Capítulo37

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Luego de una estruendosa subida a la cascada del país de Wano, escondieron el submarino, Kinemon les puso una roca en la cabeza a cada uno y así pudieron utilizar las ropas del país. durante el primer día Raizo se encargo de llevarles ropas que les durarían más que las creadas por la fruta del samurái Se encaminaron hasta la capital de la flor, donde cada uno comenzó a cumplir con su rol.

Aquella misma noche Zoro se adentró en la taberna de la casa de té donde Robin había comenzado su entrenamiento como geisha, la observaba en silencio desde lejos, como le daban lecciones para tocar instrumentos o servir sake, paso por su lado sin prestarle atención, sin embargo, cuando se perdió tras una mampara, una mano floreció en su mesa y dejo un papel que él tomo con disimulo y lo guardo en el haramaki, rozo los dedos de aquella mano.

Solo habían pasado un par de horas, el espadachín se encontraba vagando por las calles de la capital de la flor, se metió por un callejón oscuro y saco el papel que Robin le había entregado, solo había estado sin ella por la tarde, pero algo lo inquietaba.

"encuéntrame en mi habitación a media noche, tercer piso quinta ventana a la derecha"

"te amo"

El peliverde pregunto la hora y faltaban cinco minutos para la media noche, corrió de regreso a la casa en la que Robin estaba teniendo su entrenamiento y por primera vez, las calles no cambiaron de lugar y llegó en solo quince minutos, trepo el árbol cercano, subió con sigilo y ayudado de su haki de observación se inmiscuyo en la habitación que está le había indicado, supo de inmediato cual era, ya que era la única que tenía la ventana entreabierta, y su aroma a flores inundo de inmediato sus fosas nasales.se quito la capa verde que traía y la dejó sobre una silla.

La sintió acercarse y se refugió en la oscuridad, sabía que venía sola, pero prefirió evitar ser visto, en cuanto entro en la habitación la atrapo por la espalda y le susurro en el oído.

— Soy yo mujer, no temas. —mientras ella deshacía los brazos que había hecho florecer alrededor de su cuello.

— Sentí tu aroma a acero Kenshi-san de otra forma ya estarías muerto con el cuello roto. — hablo en un susurro y conteniendo una sonrisa.

— Lo imagine. — respondió mientras la giraba para tenerla de frente y dejaba un beso en la coronilla.

— ¿Qué tal tu primer día como geisha?

— Solo soy una aprendiz, pero bien

— Perfecto, ya todos están mezclados en la ciudad, solo queda esperar. — hablaban en susurros para evitar ser escuchados por alguien.

— Orochi dará una fiesta pronto, me preparare para ser escogida y buscar información útil. — aquello puso en alerta al espadachín.

— No te expongas de no ser necesario.

— Es parte de mi rol, debo recabar toda la información posible.

— Lo sé, es solo que no me agrada la idea de que estés al frente y sin respaldo, sé que eres fuerte y puedes defenderte sola, sigue practicando el haki.

— No te preocupes mi amor, estaré bien, gracias por confiar siempre en mí.

— Si no fueses capaz de cuidar de ti, no podría estar contigo, me mataría la preocupación de dejarte sola.

— Aun así, no puedes estar lejos de mí. — sonrió coqueta picándole el pecho con su dedo índice.

— Eso es mero capricho, una cosa es que no pueda y otra es que no quiera y lo que, SI quiero es estar siempre cerca de ti, aunque lamentablemente no nos podremos ver tan seguido, no es seguro que nos vean juntos, así si descubren a uno, el otro podrá seguir con el plan, solo espero que no te descubran a ti, porque mandare todo al infierno e iré a buscarte donde sea.

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