Capítulo 36: Badboy.

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Desconsuelo

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Desconsuelo. Esperanza. Desconsuelo. Esperanza.

Esos sinónimos me estaban carcomiendo desde la pasada noche, era como ser una hormiga a la que están quemando a través de una lente gracias a un rayo de potente de sol. El astro se marchará al final del día, pero al siguiente amanecer volverá.

Despertar sin ninguna noticia era como chocar contra una gigantesca placa de hielo, fría y dura como el mármol.

Me hayo debajo del agua que esparce la alcachofa de la ducha, el vapor está consumiendo cada esquina del baño. Elevo la barbilla para notar como las gotas caen sobre mi frente, quiero tener todos los sentidos activos para lo que me espera.

Salgo de la misma para poder lavarme los dientes y vestirme. Coloco el anillo de prometida en mi dedo anular nada más secarme las manos, no quiero olvidarlo y mucho menos perderlo.

—Será mejor que me dé prisa —Me digo al ver la hora en el teléfono—. Jason estará a punto de llegar.

Meto los pies en las botas con cuidado, tengo el tobillo algo hinchado aún y cualquier movimiento me produce un dolor atroz. Aunque, a decir verdad, la venda me ayudó bastante, debería comprar algún medicamento para rebajar su tamaño.

El timbre suena tres veces, haciendo honor a la Santa Trinidad. Bajo con sumo cuidado hasta el piso inferior para abrirle la puerta al mayor de los Brown.

Jason me hace una fotocopia a través de sus iris azules nada más verme. Porta unos tejanos negros no muy ceñidos, combinan perfectamente con su camisa blanca y ese collar estilo militar.

—¿Puedo pasar? —pregunta con una bandeja repleta de dulces en la mano, y un maletín en la otra—. Esto pesa un poco, la verdad.

Asiento con la cabeza, me hago a un lado para darle acceso al interior de la casa. Él camina en pasos largos hasta la cocina y deposita la comida en la encimera, justo al lado de la nevera.

—Un consejo, Violet —dice tomando asiento en un taburete—. Será mejor que te quites la ropa.

—¿Qué?

No sé de qué me sorprendo, ni el momento más severo logrará ser una persona con dos dedos de frente.

—No me mires de esa forma, solo decía porque al ir tan de negro parece que vas a un entierro —explica dándole un mordisco al dulce de nata—. Opta por ir de azul, transmite seguridad, y eso queremos.

Debería sentirme mal por juzgarle sin previo aviso, pero no lo hago. No me transmite esa sensación y creo que nunca lo hará.

Le doy la espalda para intentar sacar el exprimidor del pequeño armario que está encima del horno, pero es demasiado alto y no llego. Siempre solía bajarlo Archie. Alargo el brazo no dolorido lo máximo que puedo, intento dar un pequeño brinco, es una mala idea ya que la pierna me provoca un dolor estremecedor.

Sugarbaby.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora