Capítulo 19: He vuelto.

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Después de tres horas y media de trayecto, tras realizar una pequeña pausa en una gasolinera para repostar y comprar un paquete de patatas fritas con sabor a jamón, mi desasosiego no consigue desaparecer

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Después de tres horas y media de trayecto, tras realizar una pequeña pausa en una gasolinera para repostar y comprar un paquete de patatas fritas con sabor a jamón, mi desasosiego no consigue desaparecer.

¿A qué ser divino debo agradecerle por traer este tipo de huracanes a mi vida?

Ojalá tomar decisiones fuese tan sencillo y práctico como en mi videojuego favorito, Los Sims.

Con unos trucos podías tener todo a tus pies; dinero infinito, casas increíbles y sin necesidad de trabajar.

Aunque ahora mismo lo que más envidio es ese privilegio de poder cancelar tus acciones antes de hacerlas y así evitar problemas.

Ni por el sonido absorbente de la música al volumen veinte logro que los sonidos del pequeño atasco en el que me encuentro dejen de escucharse, el claxón del coche trasero suena demasiado fuerte, coloco las manos en el volante en forma de agujas de reloj, el sol está comenzando a salir y aprovecho para buscar mis gafas de sol en el bolso.

—Por fin.

El automóvil delantero avanza despacio y después retoma su trayectoria con normalidad.

Mientras recorro kilómetros tras kilómetros sigo pensando en girar y volver hacía Seattle. Pero es demasiado tarde cuándo hace presencia un cartel azul desgastado y con claras señales de musgo indica: Bienvenidos a Spokane.

Girando el pequeño botón de la pantalla táctil o radio, incremento el volumen de la misma, quiero centrarme en la letra, mira hacia delante Violet.

—Oh, vamos, necesito otro tipo de canción.

La desconozco y eso provoca que desvíe la vista hacía las concurridas calles que en el pasado recorrí cada día, la pequeña panadería de la señora Helena; donde mi madre siempre nos compraba el mejor pan del pueblo, ese calentito que es imposible evitar darle un pellizco para comerlo lo antes posible.

A la derecha para mi sorpresa aún sigue abierto el viejo videoclub; puedo oler la colonia del viejo señor Garret y recuerdo verlo dormido detrás del mostrador cada tarde, no puedo evitar reírme, siempre descansaba en lo alto de su cabeza calva una mosca traviesa.

Todos los sucesos de mi infancia y adolescencia me llenan las neuronas, estoy tan ensimismada que olvido todo por primera vez en días, hasta que un golpe hace que de un salto en el asiento.

Mierda.

Abro la puerta del coche, me tiemblan las manos, ¡joder Archie me va a matar!

Un hombre baja de su automóvil, observa la parte trasera de su Toyota Corolla negro mate, tiene un pequeño bollo, menos mal.

Mi coche, bueno, el de Archie parece no tener más que un rasguño, está bien, se nota bastante.

¿Lo podré arreglar antes que volverle a ver?

Sugarbaby.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora