Todo lo que había pensado en decirle a Jason se borra automáticamente cómo si hubiese pulsado el botón de eliminar sin darme cuenta.
En estos momento en su oficina tan solo se puede escuchar las manecillas del reloj que cuelga en la pared. Jason continúa observándome, hinchando las aletas de la nariz con fuerza casi ahogado en su respiración.
—¿Este era tu plan? ¿Tirar piedras contra el tejado de tu propio hermano? —pregunto casi alzando la voz, pero estoy a punto de romper en llanto—. Y todo por mí, por meter tu polla entre mis piernas.
Jason sube la mirada, se relame los labios con lentitud como una hiena a punto de clavar los colmillos en el lomo de una débil presa.
—¿Crees que voy a ir toda la vida detrás de ti? —cuestiona cruzando los brazos—. Te he ayudado siempre, he cuidado de ti aunque me trates como a una mierda, Violet.
Se me escapa una risa cínica, él no sabe lo que es cuidar de nadie. Ese acto se realiza sin esperar nada a cambio.
—¡No te lo he pedido! —grito llevándome las manos a la cabeza—. Jamás lo haré, eres despreciable, Jason —Su mirada me azuza—. Nunca sabrás lo que es tenerme.
Él camina con actitud chulesca, alargando los pasos y nos quedamos cara a cara, a poca distancia. Emana calor, rabia y parece algo inquieto.
—Lo harás preciosa, créeme que vendrás aquí rogando que te tienda la mano cómo un pajarito herido —susurra acogiéndome la barbilla en su mano derecha.
El iris de sus ojos me atraviesa como una lanza romana.
—Suéltame.
El miedo sale de su escondite sin llamarlo. Percibo su presencia oscura revoloteando alrededor de mi mente incitando un temblor en mi labio inferior. Y este pavor no proviene de un pensamiento ilusorio.
—Muy pronto te llegarán las facturas de esa preciosa casa que compartes con mi hermano, con tan mala suerte que no tendrás un centavo para cubrir los gastos —continúa susurrando, pegando sus labios contra mi mejilla y dejándome un beso—. Y entonces tendrás dos opciones: ponerte a llorar en una Iglesia o clavar tus rodillas delante mi para pecar.
Su agarra se incrementa, noto como el principio de sus uñas se encarna en mi piel. Con un escueto giro su cara y la mía quedan paralelas. Trago saliva, su aliento me golpea como una ola contra las rocas.
—Voy a besarte y no puedes evitarlo—anuncia y lo hace.
Intento escabullirme, pero soy incapaz tiene el triple de fuerza que yo. Noto como sus labios se apoderan de los míos con un ímpetu salvaje que no puedo frenar.
Aferro mis manos en su brazo e intento apartarlo, no puedo. Mis articulaciones se tornan flácidas.
Una arcada me sube por la garganta al saborear el tabaco que persiste en su lengua es horroroso. Lentamente se aparta, pero no me suelta el rostro hasta que ve el principio de unas lágrimas en el rabillo de mis ojos.
—Y ahora vete, vamos, sal de aquí —su voz detona en un amargo suspiro, cargado de rabia—. Piérdete o te juro que no podré controlarme.
Antes de que Jason pueda cambiar de opinión, abro la puerta a toda prisa y corro calle abajo. No sé donde puedo ir a parar, pero no me detengo.
Con el fichero debajo del brazo continuo esquivando personas que están aprovechando la luz del día para dar un paseo.
Me detengo delante de una fuente, piso el botón del suelo para que salga el agua y poder refrescarme. Tanteo en mis bolsillos y extraigo el teléfono, busco el contacto de Wolfgang.
—Hola Violet, justo ahora me pillas a punto de entrar en la ducha.
Odio sentir que molesto a todo el mundo constantemente, y también repudio la idea de sentirme abandonada sin la presencia de Archie.
—Lo siento, pero necesito enseñarte algo, me quedan algunas monedas para el autobús, ¿podría ir a tu apartamento?
Desde el giro dramático en el hotel Wolfgang había decidido no alojarse mas en el Mont Blue, así que había alquilado un pequeño loft en alguna parte de Seattle.
—Emm, vale. Te envío la ubicación por WhatsApp.
Salgo del ascensor con el corazón en un puño, busco la puerta número dos y golpeo suavemente con los nudillos sobre la madera lacada en un tono grisáceo.
Después de unos minutos Wolfgang me abre, aún lleva su cabello rubio mojado junto con una toalla roja alrededor de la cintura.
—Pasa, siento recibirte así, pero apenas tengo tiempo para nada últimamente —explica dejándome paso.
Le entiendo perfectamente, desde que Archie fue arrestado todas las horas del reloj pasan de forma agonizante, pero tu cabeza no es capaz de realizar ninguna acción, es como si estuviéramos en un bucle infinito.
—No pasa nada.
Avanzo hasta el sofá color chocolate, me dejo caer como un peso muerto. Los pies me rebotan contra la tarima, tengo suficiente confianza con Wolf para quitarme las zapatillas y estar más cómoda.
—He —exclama sentándose a mi lado, abrazándome con dulzura—, Te pasa algo, y no me digas lo contrario porque odio las mentiras.
Sentir un gesto de cariño me conmueve tanto que es inevitable devolverle el abrazo, su piel esta fresquita y huele a frutas del bosque. Evito contarle el beso forzado de Jason, quizás después sea capaz de hablar sobre ello.
—¿Tú sabías algo acerca de esto? —Le pregunto dejándole sobre las piernas el informe que encontré en el despacho de su amigo.
Wolfgang enarca las cejas al tocarlo, ojea las páginas con detenimiento y lee algunas partes en voz alta, con semblante extraño me observa unos segundos.
—Con esto todo tiene sentido, Violet —expone y se lleva las manos a la cabeza—. Sospechaba que Archie estaba tramando algo. Cuando destapas una olla a presión es muy seguro que te salpiqué en la cara.
Sé el doble sentido que tienen las palabras de Wolfgang. Archie estaba atacando a personas con mucho poder, gente que establecía lazos con altos cargos del país.
Él lo había dado todo por ayudarme, incluso estaba a punto de ofrecer su privacidad de libertad en una bandeja de plata. Todo por demostrar que yo era una víctima, por darles una patada y dejar claro que nadie merece pasar por el aro de unos agresores.
Me levanto hasta posicionarme delante de una puerta de cristal, desde aquí puedo observar la transitada avenida.
—¿Podrías contactar con esa tal Meredith? —le pregunto sacándole de sus pensamientos.
—Supongo que sí, tengo amigos en la policía, es cuestión de intentarlo —plantea, colocando de forma simétrica los cactus falsos que decoran la mesa—. Pero debes decirme que piensas hacer.
—Los periodistas llevan días acosándome, así que les daré lo que desean —verbalizo con claridad, sin rodeos—. Una declaración pactada antes con los agentes de la Administración de Control de Drogas.
El alemán se yergue sobre su postura, quedando totalmente derecho.
—Me parece bien, siempre y cuando ellos te briden ayuda. —expresa colocándose una camiseta que tiene abandonada debajo de un cojín.
Puede que todo se desmorone, puede que me auto lance una granada justo entre los pies, pero nada me detendrá.
Es mi momento, es mi verdad.
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Sugarbaby.
RomanceViolet está desesperada por dejar atrás su oscuro pasado. Huyendo de unos peligrosos narcotraficantes sedientos de venganza, busca refugio en una nueva ciudad. Por otro lado, Archie lleva una vida aparentemente exitosa, pero la soledad y el vacío em...