El trayecto en coche desde el aeropuerto hasta Florencia había sido un auténtico quebradero de cabeza.
Por fin consigo un aparcamiento, y aunque necesito ir urgentemente al baño, antes debo desabrochar a la pequeña Mariella de su asiento para el coche. La bebé continúa durmiendo, aunque durante el camino no paraba de llorar, parece que ahora esta soñando con los angelitos.
—Jeremy, ¿puedes ayudar a tu papá con el cargamento de pañales de tu hermanita?—le indico amablemente.
—Claro, ya voy.
Archie se alegra al verle, y es que los años han pasado por todos, no se dice pronto, pero ya hace siete años de aquel día lluvioso, cuando se presentó en Alemania, para buscarme.
Después de aquel momento todo ha sido diferente, Archie no dudó en alquilar un enorme piso, y yo continué viviendo con Wolfgang una temporada más, hasta que Zelig le pidió matrimonio, sentí que debía dejarles solos, formar su pareja y ahorré para vivir de forma independiente.
Archie me visitaba, yo hacía lo mismo, pero desde una barrera prudente, habíamos ido tan rápido que no pudimos probar experiencias únicas.
Decidimos crear una lista de deseos, y los cumplimos todos.
Una cita sorpresa, escapadas nocturnas, viajes de fin de semana, ir una vez a la semana al cine, salir con nuestros amigos por separado y buscarnos de madrugada.
Lo probamos todo, y una vez nos sentimos satisfechos de ese ritmo de noviazgo, sabíamos que era el momento perfecto para retomar una vida bajo el mismo techo.
Sin embargo, él aún tenía terrores nocturnos, se despertaba en mitad de la noche creyendo que seguía en una celda, esperando el recuento de los presos. También le costaba conciliar el sueño en un silencio profundo, según él me decía, allí nunca hay silencio.
Siempre oía gritos, insultos, agresiones u cualquier otra cosa.
Cada día le explicaba que podía expresarse, contarme como se sentía, pero siempre se negaba. Él no quería hablarme acerca de ese sitio, ni siquiera era capaz de llamarlo por su nombre.
Así que, buscamos ayuda profesional, un terapeuta que fue como una bendición, Archie se dejó ayudar, y pudo volver a ser el hombre que era antes.
La única dolencia que teníamos era Jeremy, vivía tan lejos que apenas podíamos estar con él, algo que cambió hace un año.
La pre adolescencia no estaba siendo como sus padres esperaban, algo había cambiado dentro del chico, se estaba involucrando en peleas, y Archie sentía que debía estar más cerca.
Y Sidney, cansada de las quejas de sus profesores, a la par que, enfadada con él, decidió mudarse a su ciudad natal: Florencia.
Lo que no sabía es que, estaba embarazada, y en nueve meses dio a luz a una hermosa criatura, Mariella.
Ahora mismo, al tenerla entre mis brazos, siento cierto resquemor, es cierto que ya no deseaba tener hijos, pero también estaba la sombra de mi infertilidad, haciéndome dudar entre el poder y el querer.
—Violet, ¿te encuentras bien?—Me pregunta Archie al cerrar el maletero.—Ahora podremos descansar en el hotel, yo me encargo de Mari.
—¿Cómo es cuidar al bebé de tu ex?
Acomodo la cabeza de Mariella en mi brazo, y le acaricio las piernecitas.
—Raro, pero Sidney te ofreció su mano cuando yo no estaba, ella dice que su psicóloga le ayudó a ser mejor persona, a mí con que sea buena madre, me vale.
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Sugarbaby.
RomanceViolet está desesperada por dejar atrás su oscuro pasado. Huyendo de unos peligrosos narcotraficantes sedientos de venganza, busca refugio en una nueva ciudad. Por otro lado, Archie lleva una vida aparentemente exitosa, pero la soledad y el vacío em...