Capítulo 42: Final II

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La Navidad estaba casi terminada, pero para mí ni siquiera había tenido un comienzo

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La Navidad estaba casi terminada, pero para mí ni siquiera había tenido un comienzo. No había decorado la casa, tampoco había comprado ningún árbol para colocarlo en el salón y rellenar los bajos con regalos.

Claramente las vísperas no iban a ser como yo tenía pensando, en mi mente todo se había idealizado con detalle. Esperaba estar envolviendo regalos como una loca, preparando galletas con forma de estrellas con Archie, y además queríamos cumplir una fantasía; comenzar el año haciendo el amor como posesos.

Sin embargo, todo se ha esfumado.

Santa Claus no tuvo ocasión para trepar por el tejado y entrar por la chimenea la anterior noche, sin embargo, Wolfgang me había dejado una caja cuadrada envuelta en un papel gris con pequeños renos blancos, encima de la mesa de la cocina.

Él esta preparando unas tostadas con mermelada de fresa.

—¿Me has comprado un detallito? —Le pregunto besándole la mejilla.

—Claro que sí —dice devolviéndome el beso—. ¿A qué esperas para abrirlo?

Lo acojo entre los brazos y me siento en el sofá, tiro de las orejitas que forma el lazo para poder destapar la caja, no pesa mucho. Dentro observo una tela satinada, de tono rosa.

—Es un conjunto de traje y chaqueta, con cinturón y mangas abullonadas —explica al verme extraer la parte de arriba—. No verás otro igual, es una pieza exclusiva de la boutique de un amigo, quería algo único para ti.

Toco con las manos, lleva una uve cosida con hilo negro en la solapa, de una forma muy discreta y elegante, haciéndolo totalmente especial.

—De verdad, gracias Wolfgang, es precioso.

Su suavidad me fascina.

—Lo sé, yo no compro artículos feos —alardea mostrando su atuendo—. Pues sube y vístete que nos vamos.

Salir al exterior más allá de las cuatros paredes en las que llevo aproximadamente casi tres tediosos meses me resulta dantesco.

Es una sensación de asfixia, me noto extraña y no me importaría girar en la próxima calle para volver a casa, pero Wolfgang no se lo merece lleva días intentando animarme.

Dentro del restaurante italiano, todas las parejas hablan como cotorras sobre sus planes para la entrada del año, me gustaría saber que será de mi para ese entonces y que me deparará el futuro cuando pase al siguiente nivel.

—Violet, no puedo seguir viéndote de esta forma, debes salir de este maldito trance.

Mis padres me habían refunfuñado lo mismo, ahora hacíamos face time cada dos días era una regla que Nick había impuesto. No más tiempo sin hablarnos.

A través de la pantalla era evidente que algo en mi mente no estaba bien, y yo también lo sé. Sin embargo, no me siento capaz de reconocerlo abiertamente.

Sugarbaby.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora