Capítulo 30: Boda

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La tela húmeda de las sábanas se adhiere a la piel de mi espalda, aferro mis manos en los hombros de Archie mientras trenza líneas con la punta de su lengua sobre mi cuello

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La tela húmeda de las sábanas se adhiere a la piel de mi espalda, aferro mis manos en los hombros de Archie mientras trenza líneas con la punta de su lengua sobre mi cuello. 

—Hemos mojado todo el suelo —susurro después de besarle con la misma pasión que dos amantes escondidos. 

Entre sus brazos, enamorados completamente nos sonreímos con el brillo de las estrellas asomando por la ventana, siendo testigos de nuestro amor lujurioso. 

Mi corazón se acelera al notar cómo se adentra dentro de mí con ayuda de su mano, provocando un aluvión de estallidos. Mis párpados caen a la vez que mi espalda se arquea. 

—Abre los ojos —dice él aumentando la velocidad y subiéndome las manos por encima de la cabeza—. Me gusta verte disfrutar. 

Sentir el calor de su piel, su peso encima de mí y los sonidos guturales que se escapan de su boca hacen que mi respiración se acelere cada vez más, Archie es el deseo que necesitas después de soplar una tarta de cumpleaños. 

En la delicia de sus movimientos, rodeo su cintura con mis piernas atrayendo sus labios más cerca de los míos. 

Archie no despega la mirada de mi cuerpo; haciéndome notar que le gusta lo que ve. 

Cambiamos de posición y ahora soy yo la que se sitúa encima de él, sonríe al ver la exaltación en mis mejillas sonrojada, esta postura es exquisita. 

Apoyo las manos en sus pectorales para tener un punto de equilibrio, así comienzo a moverme hacia delante y hacia atrás, con algunas paradas para inclinarme y besarle. 

—Baja un poco la voz —dice aferrándose a mis muslos—. Nos pueden escuchar. 

Sus brazos me tumban en el lado derecho del colchón con medio cuerpo recostado, boca abajo. Sus labios besan mi espalda lentamente. Sus besos son apasionados, ardientes, atentos... 

Aprieta mis nalgas para después clavar sus dedos en mi cintura y así vuelvo a notarlo hasta lo más profundo de mi cuerpo. 

—No voy a poder aguantar mucho más, joder —Se queja contra mi pelo después de unos minutos. 

Elevo un poco el culo y efectivamente, es cuando un rugido placentero sale de su garganta, y las gotas de sudor le recorren la frente.

Abro una botella de zumo para verter un poco en el vaso, sin ningún motivo me he levantado sedienta, bueno, tal vez la racha de sexo sea el motivo principal. 

Desde la ventana de la cocina se ve el amplio jardín, resulta un tanto tétrico y mi mente imagina miles de escenas de terror en segundos. 

—Siempre con buenos recibimientos, como me alegra haber perdido el primer vuelo.

El vaso casi se escurre de mi mano al escucharle, menudo susto, 

—Casi me provocas un ataque de pánico —digo dejando el vaso boca abajo en el fregadero. 

Sugarbaby.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora