Capítulo 13: Arcoíris.

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—Violet, bebe un poco de té—Me acerca el filo del vaso a los labios—

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—Violet, bebe un poco de té—Me acerca el filo del vaso a los labios—. Aún estás pálida.

No recuerdo cómo hemos llegado hasta casa, lo último que en mi sacudida mente puede volver es el miedo más oscuro atrapando mi cuerpo.

—Sabía que volverían, durante mucho tiempo pensé que me olvidaron, pero jamás fue así. Me engañó.

Hice aquel trato sucio para nada, o más bien aquellos tratos. Consiguió manipular mi mente con mentiras disfrazadas.

La taza de té evapora humo ascendente e incluso a través de el aún permanecen sus miradas invadiendo mi espacio.

Hablando de invasión, Jason.

Su risa de hiena hace que me se me seque la garganta.

Archie, tu hermano... cada encuentro con él es peor —Le confieso con todo el dolor de mi alma—. No estoy segura de si debería decírtelo, pero no quiero guardarte secretos.

Su rostro se encoge un poco, pero no demasiado. Parece que no es sorprendente recibir malas noticias con la firma de su hermano.

—¡¿Jason!? —exclama él tirándome de la mano—. Cuéntamelo, por favor.

Cuidando mis expresiones le hablo sobre todos los momentos que Jason me ha provocado altos niveles de ansiedad.

Archie se pasa la mano por el cabello con rabia, su expresión se muestra compungida.

Rápidamente se levanta y sin hacer ruido para no despertar al pequeño Jeremy, que duerme plácidamente en su habitación, rebusca en su maletín de cuero sintético negro.

—Archie, ¿Qué buscas? —Dejo la taza en la mesa y le observo intrigada—. ¿Te encuentras bien?

—Necesito llamar a mi madre, es la única que puede calmar al imbécil de Jason explica tecleando en su teléfono—. Hace tiempo que se salió del camino, no pienso cargar siempre con sus actos.

Archie se pasea por todo el salón tras realizar la llamada, no entiendo absolutamente nada de lo que habla con Amira, su madre.

Había olvidado que Archie se comunicaba en árabe con sus padres, tan solo puedo captar nombres y juraría que el nombre de Jason ha sido repetido más de seis veces.

¡Ahora está hablando de mí! Se gira y me dedica una mirada de ternura, mientras sigue al teléfono se acerca y me remueve el cabello.

Ese acento hace que sea aún más sensual.

Tres o cuatro minutos después corta la llamada y suspirando se tumba en el sofá, con su cabeza encima de mis piernas.

Le paso el dedo por sus gruesas cejas negras.

—Mañana conocerás a mi madre, subirá al primer avión desde Dubai hasta Seattle —informa con los ojos cerrados—. Le he hablado un poco de ti, pero mejor no le comentes que nos conocimos en una aplicación de citas.

Sugarbaby.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora