Hago un doble nudo a mi bufanda de borrego, Archie me coloca su gorro gris sobre la cabeza, es demasiado grande y el dobladillo de la costura final me tapa los párpados de forma molesta.
—¿De verdad te encuentras bien para volver al trabajo? Tan solo han transcurrido tres días —pregunta tocando la bolita peluda que pende del gorro.
Nuestras manos se unen, pero no puedo tocar su piel por culpa de los guantes. Desde aquel shock térmico Archie me regaña cada vez que se me olvida la ropa de invierno, si por él fuera me escondería bajo una manta eléctrica durante todo el día.
—Arch, la respuesta es la misma que hace diez minutos, la herida no me duele, apenas.
Respira pesadamente, el vaho sale de su nariz desapareciendo en el frío que flota a nuestro alrededor desde que hemos bajado del coche.
—Ahora eres un año más vieja, tengo que cuidar más de ti —bromea arrugado los labios para ocultar su sonrisa—. Por cierto, te debo un increíble, magnífico e inolvidable regalo de cumpleaños.
No hemos tenido ocasión de celebrar nada durante estos días, Archie siempre buscaba alguna excusa para poder escaparse hasta la ciudad y comprarme algún obsequio, pero siempre le pedía que no traspasara la puerta, sus besos eran mi mayor deleite y por nada del mundo quería permanecer sola.
Al segundo día, le pedí hacer el amor, él se negaba, le daba miedo poder hacerme daño en un momento de pasión debido a que la herida situada en la nuca seguía siendo dolorosa, sin embargo, encontramos la forma perfecta y recorrimos la línea del placer durante varias horas.
—El tiempo corre, tic, tac, tic, tac —digo golpeando con un dedo su reloj.
Tenía claro que no iba a fingir, odio cuando una persona hace un papel diciendo que no necesita nada por su cumpleaños, a todos nos gusta recibir algún detalle, lo importante no es el regalo si no las manos que te lo entregan.
—Hemos llegado —digo al ver la luz encendida del local—. Nos vemos para el almuerzo, guapetón.
Archie hace un puchero antes de abrazarme, la tela suave de su abrigo me tienta a quedarme aquí toda la vida.
—Por cierto, me debes una respuesta, creo recordar que te pedí matrimonio, señorita—susurra en mi oído y después me muerde el lóbulo de la oreja.
—Ups, creo que perdí la memoria durante estos días.
Achina los ojos para lanzarme una mirada de enfado, acoge mi barbilla con una mano para besarme, nuestros labios están fríos.
—¿Quieres que me arrodille con un anillo? Si hace falta, lo haré —dice y la luminosidad de sus ojos se incrementa.
Niego con la cabeza, no necesito todo el protocolo, tan solo una cosa: él.
Aunque no aceptaré subir al altar por la presión de ser la cabeza de turco de unos narcotraficantes, no quiero engañarme a mí misma, deseo gritarle una afirmación aunque, necesito que ese "sí" sea puro, el pensar que su petición ha sido azuzada por el temor me hace dudar.
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Sugarbaby.
RomanceViolet está desesperada por dejar atrás su oscuro pasado. Huyendo de unos peligrosos narcotraficantes sedientos de venganza, busca refugio en una nueva ciudad. Por otro lado, Archie lleva una vida aparentemente exitosa, pero la soledad y el vacío em...