—¿De qué me estás hablando?— fingí demencia, y estaba preparada para fingir un desmayo.
—Por supuesto que eres tú. La chica que estaba saltando por un sombrero y termino encima de mí— el plan del desmayo había quedado en el olvido.— Solo que ahora cargas el cabello diferente a ese día.
—Ahh...eres el chico de la tienda— no sabía que más decir— Necesito más agua.
—¿Solo eso dirás? Es comprensible que yo no te haya reconocido, pues estabas con ese antifaz pero tú si te podías dar cuenta— se cruza de brazos y yo me quiero ahogar con el vaso de agua.
—No te recordaba, si no me decías talvez nunca lo hubiese recordado.
No estaba segura de que percibí en sus ojos. Si era decepción, molestia o solo mi imaginación.
—Bueno si, voy a regresar a dormir un momento antes de llevarlas a su casa.
Se fue por el pasillo sin esperar una respuesta de mi parte.
Regrese a la habitación y volví a acostarme a un lado de Valentina. Me quede dormida al instante.
Desperté, eran las ocho de la mañana y no había ningún ruido en la casa.
Decidí ir a despertar a Ruggero para decirle que ya nos íbamos.
—Valentina— la moví para que se levantara pero no hubo resultado.— Valentina despierta ya.
Volví a moverla pero termine mandándola al suelo.
—Auch... ¿Qué te pasa Karol?— seguía en suelo sobando su cabeza.
—Pasa que nos tenemos que ir y tú no despertabas. Voy a llamar a Ruggero.
Me levanto pero su grito me detiene antes de que alcance a tomar la manija de la puerta.
—¿Qué sucede?
—Estas saliendo sin el antifaz. Ruggero te va a ver.
—Tarde, ya me vio— abre los ojos y la boca a la vez— Todos están durmiendo así que puedo ir sin que ellos me vean.
Salgo de la habitación y voy directo a la de Ruggero. Sigue durmiendo con la cabeza enterrada en la almohada.
—Rugge...Ruggero...despierta— solo se mueve en la cama y queda boca arriba. Tiene el sueño más pesado que Valentina.
—Ruggero despierta por favor— seguía moviéndolo y de un momento a otro jala de mi brazo, lo que hace que me abrace como si fuera una almohada. Mi cabeza queda en su pecho.
Mis intentos por separarme son inútiles, al contrario, hace que me estreche más entre sus brazos.
Pensándolo bien, se siente de maravilla estar así. Alzo la cabeza y no sé qué me paso por la cabeza al momento de dejar un beso en su pecho.
Él se remueve pero no se levanta. Siento que la puerta se abre y escucho el grito de Mike.
—Ruggero levántate que hay...—se calla y lo único que hago es agarrar la sabana y taparme la cabeza.
Olvide que Mike estaba durmiendo aquí.
Ruggero se levanta asustado y el ver mi rostro bajo las sabanas lo altera más y termina en el piso.
Hoy es el día: termina en el piso con Karol Sevilla.
—Par de tortolos, solo estaban esperando que el buen Mike se vaya a comer para venir hacer cochinadas.
No sé hasta qué punto llega su imaginación.
No salgo de la cama y solo alzo un poco las sabanas para dedicarle una mirada de disculpa de Ruggero. Capas que piensa que soy una loca acosadora.
