Ruggero Pasquarelli
—No puedo hacerlo.—juega con sus dedos.
—¿Por qué no?— necesito saber cuál es el misterio.
—Porque tu mismo dijiste que era perjudicial para tu salud contarte cosas de golpe. Y yo no quiero que te pase algo por mi culpa.
Levanta su mirada y esta contiene lágrimas.
¡Carajo! No quiero verla llorar.
—Mira Ruggero, dejemos el tema por la paz. No quiero que nuestro trabajo se vea afectado por esto.
No hago más que asentir. Además no quiero que se vea afectada por mi insistencia.
No voy a negar que la incertidumbre me mata y hasta pase por alto mi salud con tal de que me explique.
—¿Puedo pasar a tu baño?
—Adelante.
Camino hasta su baño y una vez ahí tomo mi celular y busco el número que necesito. Al tercer tono me responde.
—¿Cómo estás Ruggero?
—Mal. Necesito un chequeo.
—¿Qué te sucede hijo?
—Últimamente he estado teniendo algunas punzadas y necesito comprobar que no sea nada grave.
—Pero por lo que sé no estás en Italia.
—Ajá, pero puedes atenderme en tu consultorio en México. En unos días estaré por ahí.
—Te llamaré cuando viaje para allá.
—De acuerdo, nos vemos.
Cuelgo y abro la llave del lavabo para tomar agua y mojar mi rostro.
Cuando salgo en busca de la mexicana, ella está poniendo su celular en la mesita de noche.
—Mis padres ya vienen para acá.
Eso me ayuda a estar tranquilo porque así no la dejaré sola pero por otro lado no me gusta ya que no quiero irme aún.
—Eso significa que ya debo irme.
Por un momento parece que veo un rayo de decepción en su mirada.
Pero que se borra cuando sonríe, aunque sé perfectamente que su sonrisa no es sincera..
No me pregunten cómo lo sé. Es pura intuición.
—Eh...si, creo que sí. ¿Te puedo hacer una pregunta?
—Claro.
—¿Nunca te ha interesado saber lo que perdiste? osea me refiero a que pudiste obtener recuerdos gratos en esos años y simplemente ya no están.
Admito que no esperaba eso y ahora me la está poniendo super difícil.
—Es obvio que siento curiosidad Karol pero simplemente pienso que no tuvieron que ser tan importantes porque de lo contrario ya hubiesen venido a mi, y no solo lo digo por lo pequeños momentos en que un recuerdo llega como flash, sino que si hubieron personas duraderas ya las conocería.
—Pero es perjudicial para tu salud que te digan todo de golpe.— hace una mueca de frustración.
—Voy a encargarme de ello y sobre todo ahora que tengo motivos de sobra.— fijo la mirada en ella.
Pero solo sigue jugando con sus dedos nerviosamente. Y todo tipo de burbuja se rompe cuando su celular suena. Mira la pantalla extrañada y responde.
