Ruggero Pasquarelli.
Cuando me ofrecieron el trabajo realmente quede encantado, iba a fotografiar a una de las figuras más famosas. Claro que la había visto en fotos y en persona es realmente hermosa.
Su rostro se me hace familiar pero descarto la idea. Cuando intento indagar en el pasado mi cabeza duele.
Estoy explicándole lo que planee para la sesión pero me percato que está lo suficientemente distraída como para no escucharme.
—¿Señorita Sevilla?
Ella no contesta. La situación llega a parecerme divertida. Tiene sus manos en la barbilla y una mueca de concentración, que obviamente no es en mí, así que no sé qué pasara por su mente. De un momento a otro frunce el ceño.
—¿Por qué actúas así?
—¿Disculpe?
—Vienes aquí y me tratas con tanta formalidad.
Lo que dice me deja confundido y siento un dolor en la cabeza.
—Porque estamos en una reunión de negocios señorita.
—Deja de decirme señorita, sabes bien que mi nombre es Karol.
—Ya empezamos a tutearnos.
Cruzo mis brazos y su cara de molestia provoca que sonría.
—Escucha, lo que paso hace años...
La situación deja de ser divertida.
—¿Hace años? Espera un momento. ¿Dijiste hace años?, ¿nos conocemos?
—Debes de estar bromeando. Ahora vas a actuar como si no recordaras.
Se levanta y me da la espalda mientras posa su vista en el gran ventanal.
—Es que no recuerdo.— me levanto para quedar frente a ella.— Lo que pasa es que tuve un accidente hace tres años. Quede en coma y cuando desperté me hicieron análisis.
Su cara es todo un dilema.
—Había perdido mis recuerdos de los últimos cuatro años. Por lo que solo recuerdo hasta mis veinte años. Los médicos recomiendan que no piense tanto en recuperarlos porque puedo sufrir un colapso.
Mi familia se había encargado de eso. Chiara había sido de gran ayuda.
Cuando regreso a mirarla es por un sollozo que emite. Solo niega y sale de la oficina. No entiendo nada y la punzada en mi cabeza no se detiene.
Nunca me interese en investigar lo que había perdido los últimos cuatro años. Solo desperté buscando a mi familia y explicaciones de lo que me había pasado. Los médicos recomendaron dejar pasar el tiempo y que recupere la memoria solo. Y así paso.
Por un correo me entere que tenía una beca en el Instituto de Milán. Viaje para allá y encontrar a Chiara fue muy bueno, veía un rostro familiar. Una persona que habia querido mucho. No recuerdo cómo fue que llegue ahí pero era algo que valoraba demasiado pues con el pasar del tiempo y grandes esfuerzos, me posicionaba como uno de los mejores fotógrafos en Italia. Mi estudio estaba allá.
Vuelvo a centrarme en el asunto de la señorita Sevilla y un golpe en la puerta me sobresalta.
—Veo que la reunión fue rápida.
Reconozco al señor Javier.
—Se podría decir que sí.
—Pues bien, le comente a mi hija que eras uno de los mejores y quiero hablar desde cuando comenzaremos.