Meses dspués
—¡Mi amor, ya estoy aquí!
Sigo concentrada en mi tarea sin prestar mucha atención a Ruggero.
—¿Cómo estás?.— se acerca besar mis labios sin importarle que tenga la cabeza metida en mi actividad. Se arrodilla y apoya las manos en los costados de la mecedora donde me encuentro.—¿Cómo se ha portado mi pequeño?
Acaricia mi vientre muy hinchado, a punto de explotar. Dejo la lana a un lado, frustrada, porque no sale como el tutorial que vi, ni como mamá me enseñó.
—Ha estado inquieto. Espero que se porte bien y llegue el día que dijo la doctora.
Mi parto estaba programado para el catorce de Julio. Así que faltaban cinco días para que ese momento llegara.
Después de regresar de Madrid me ocupe de sacar la canción que había dejado pendiente y también de tener unas sesiones con la psicóloga porque pase por un momento de como yo le llamo, golpe de emociones.
Me ayudó demasiado.
Meses después a eso di a conocer mi embarazo, ya no lo pude ocultar más. Pero por mi salud mental no revise tanto lo que decían las redes sociales. Porque pese a que mucha gente amo la notica también hubieron quienes criticaron a mi bebé, que aun ni nacía, y a mí por embarazarme.
—Pues con esto que le traje, te dejara dormir tranquila el día de hoy.
Saca un delfín bebé, como el que yo aún conservaba en mi habitación.
Rio por su acción. Si fuera por Ruggero, nuestra casa estuviera llena de peluches.
Eso también era noticia nueva. Hace exactamente tres meses compramos una casa. Quedaba a unas cuadras de la de mamá y el patio trasero tenía un árbol que brindaba una sombra increíble. Allí hice que Ruggero pusiera una hamaca porque el calor me obligaba a dormir al aire libre.
—Hablé con papá sobre mi descanso.
Él deja el peluche en la cómoda de al frente y regresa a mi lado.
—¿Qué te dijo?
—Que está perfecto. Le explique que después del parto quiero unos meses solo para mi bebé y cuando me sienta lista regresaré a la disquera.
—Yo apoyo lo que tú quieras hacer mi amor.
Sonrió y me inclino, como puedo, hacia él para besar sus dulces labios.
Cuando se separa de mi empieza a reír.
—¿Qué es tan gracioso?
—Definitivamente tejer no es tu fuerte.
Agarra entre sus manos el nudo de lana, no le diré que solo por intentar una puntada terminó así. Y es que recién empecé y me termine enredando.
Le doy un golpe en su brazo y me ayuda a levantar para ir a la cocina.
—La cena está lista.
Lupe siempre me emociona cuando nos llama a comer, porque sí, ella no me podía dejar, ni tampoco iba a permitir que mamá me la quitara.
Mi nana siempre sería mi nana.
Comemos el rico pollo que nos ha preparado y nos despedimos de ella.
—He estado pensando en lo que me dijiste.— hablo mientras trenzo mi cabello y el lava sus dientes. Pero hace una mueca de confusión.—Lo de las fotos.— juego con la liga en mis dedos.