31: Gone Days.

4.6K 562 516
                                    

Heey, hoy no me tarde tanto en actualizar, yeeey, duré como cinco días escribiendo esto así que una disculpa si se lee algo desordenado

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

"Entiendo la preocupación, pero confía en mí una vez." -Stray Kids.

....

Vivaldi tenía una buena selección de música cuando alguien quería pensar en cosas relacionadas con fantasía, especialmente cuando escuchabas su sinfonía de las Estaciones. El problema era que Felix no tenía inspiración.

Desde que tiene memoria, estuvo rodeado del ballet, incluso antes de que sus padres se convirtieran en unos desconocidos en sus recuerdos; cuando llegó a Charlotte y creció, la admiración y curiosidad por la danza fue alentada, o quizá sólo fue Felix queriendo seguir a Minho allá a donde fuera.

Bailar ya no se sentía extraño, bailar era su segunda naturaleza que cada paso, cada movimiento, cada plié estaba grabado a fuego en su memoria, ejecutándolos como si de respirar se tratara. Ya no tenía que pensarlo, las rutinas que le pedían que hiciera consistían en una serie de pasos que se sabía de memoria, rutinas creadas por alguien que se quemó el cerebro para juntar varios pasos individuales en un hermoso baile.

Felix poseía la disciplina para memorizar rutinas y seguir instrucciones. El problema estaba que no era capaz de poder crear algo por su propia cuenta. Desde que empezó a bailar siempre ha seguido rutinas impuestas por Charlotte, obras exitosas como los solos del Cascanueces o Les Sylphides, pero nunca algo hecho por él mismo. Su vena creativa no había sido explotada, en eso envidiaba y admiraba a Hyunjin.

Para Charlotte, el arte era disciplina; los sentimientos que eran expresados en las obras debían ser actuados. Las corrientes artísticas no podían guiarse por emociones y sentimientos porque éstas eran volubles, cambiaban como el clima, iban de arriba abajo y eso hacía que tu trabajo no fuera perfecto.

En este momento, Felix sentía tanta frustración que definitivamente quería reclamarle a Charlotte por no permitirle desarrollar su vena creativa.

Gruñó lleno de frustración, quitando a Vivaldi de su lista de reproducción mientras se encontraba sentado en una banca del campus, con la capucha de la sudadera puesta, una mullida bufanda que Minho le puso alrededor del cuello y su chaqueta. Estaba anocheciendo, el cielo iba tiñéndose de purpura y algunas estrellas se atrevían a brillar en el cielo; la corriente de aire helaba anunciando lo cerca que estaba el invierno.

Miró fijamente su teléfono, la aplicación de notas burlándose de él por no tener nada, deseando poder interpretar algo que ya se sabía en lugar de crear algo nuevo. Como que envidiaba a Minho y su clase con Charlotte, el profesor Park era de los que les encantaba ver cosas nuevas, no sería sorpresa alguna su Hyunjin entregaba una mezcla con algo de sus artistas contemporáneos favoritos.

— ¿Pequeña hada? —hablaron a su costado.

Felix, tan ensimismado en su propia frustración, fue tomado por sorpresa ante la intromisión, dando un sobresaltó en su lugar, haciendo que su teléfono bailoteara entre sus manos antes de que fuera capaz de sostenerlo y acunarlo en su pecho, mirando con una graciosa expresión de pánico al recién llegado, encontrándose la sonrisa ladina y los ojos oscuros de Changbin.

—Alma en pena—saludó el rubio con una enorme sonrisa—Hola, ¿cómo estás? ¿Qué haces aquí tan tarde?

Changbin, antes de responder, señaló el espacio vacío en la banca junto a Felix, preguntando indirectamente si podía sentarse, a lo que el rubio se apresuró a asentir, colocando su portafolio en su regazo para darle más espacio, estremeciéndose levemente cuando el calor, y el olor, de Changbin lo envolvieron haciéndolo sentir cálido de los pies a la cabeza.

Musa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora