72: Easy.

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Ayuda, siento que hice todo un desmadre en este capítulo aaah, pido perdón, creo que me emocioné ._.

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"Sigo enamorado, y lo digo porque sé cómo se ven las cosas entre tú y yo. No ha sido fácil, cariño." -Troye Sivan.

...

P. Sherman calle Wallaby 42 Sídney, era lo primero que pensaba Chan cuando llegaba a Australia desde que comenzó a ir y venir, ¿la razón? Era la calle dónde vivían los Mellet, así que fue demasiado fácil memorizarla cuando lo conoció, tarareándola hacia sus adentros de la misma manera en la que el pez azul en Nemo lo hacía.

Fue lo primero que dijo al llegar a Australia y subirse al taxi, ganándose una mirada extraña del conductor, pero Chan estaba más allá de que le importara; sus ojos estaban enrojecidos, sus manos no dejaban de temblar y el constante sentimiento de aplastamiento seguía en su corazón provocando que respirar fuera demasiado difícil.

Hace unos años que no volvía a Australia, prefiriendo que su padre viajara para pasar algunas fiestas con su madre en Corea; el cielo se teñía de los colores del amanecer, después de todo sólo era un vuelo de un par de horas y Chan salió en la madrugada; veía los pájaros volar a través de la ventana del auto, la vida llenando la ciudad que fue su hogar durante mucho tiempo.

Si bajaba un poco la ventanilla, podía escuchar la brisa del océano y el ruido de las gaviotas, haciendo que imaginara otras circunstancias por las que estaba ahí, que la felicidad momentánea aliviara la presión en su corazón. Mentiras, creerse sus propios engaños era demasiado fácil que afrontar la verdad después de tantos años, ¿no es así? Porque se sentía toda una vida, porque fueron sueños construidos con la ilusión del verdadero amor.

Porque estaba enamorado, que se jodan todos aquellos que decían que su relación hace demasiado tiempo se convirtió en costumbre. Chan amaba demasiado a Conan y lo hacía por lo que le dio, por la confianza que le brindó, porque podía hablar con él cuando tenía un mal, porque verlo sonreír era una de las mejores cosas que le pasaron. Construyó su hogar con él, decidiendo que cualquier parte que los tuviera sería casa, ¿cómo es que las cosas se arruinaron en ese punto?

¿Qué salió mal? ¿En qué se equivocó? ¿Fueron sus dudas sobre mudarse juntos? ¿Fueron esas pequeñas discusiones sin sentido? ¿Quizá no debió de darlo todo por sentado? No entendía, deseaba una respuesta y, sobre todo, quería saber por qué, si sabía que no volvería, dijo que sí, provocando que Chan se aferrara a las quimeras de una vida perfecta junto al hombre que amaba.

Cuando el auto se estacionó en el número 42 de la calle Wallaby, Chan lo pagó de manera distraída, saliendo de ahí y caminando calle abajo, unas pocas casas de donde se encontraba tan icónica dirección. Mantenía la mochila en su hombro y sus piernas se sentían tan débiles que parecieran doblarse en cada momento, cansadas de soportar todo su peso.

La casa de los Mellet era bonita, dos pisos y un jardín tan verde que podría dañar la vista; los arbustos a su alrededor estaban perfectamente recortados, en el porche había dos helechos colgando, sabía que la cantidad de plantas ahí era un intento de la señora Mellet en hacer más fresca la casa, pues había tanto calor incluso en invierno que parecía una silenciosa promesa de frescor.

La primera vez que vino a casa de Conan, se quedó de pie en el camino de entrada por lo que parecieron diez minutos, obligándose a sí mismo a caminar, preguntándose lo que haría si no le agradaba a sus padres o, en todo caso, si cometía un error por tener un choque cultural, ¿qué haría si ellos resultaban xenofóbicos? Bien, que Chan prácticamente era australiano de ciudadanía coreana, pero a fin de cuentas también era extranjero y no muchos estaban felices con la idea. ¿Y si no les gustaba por eso?

Musa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora