114: Use Somebody.

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He decidido dividir el cap en dos partes porque puedo y quiero, así que aquí tienen

POR CIERTO, hay dos escenas +18, una en éste cap y la segunda en el siguiente c: una recompensa por hacerles llorar tanto jsjsjs

Ahora sí, sigan leyendo

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"He estado vagando, siempre cabizbajo ante todo lo que veo." -Kings Of Leon.

...

Aquella habitación, de alguna manera, parecía congelada en el tiempo, sintiendo que los años no pasaban entre esas cuatro paredes; el tapiz era de un suave rosa con patrones de hojas color tinto; las cortinas eran de un deslavado color amarillo flaqueando el ventanal, agitándose ligeramente por la ventisca como fantasmas bailando por toda la eternidad.

Muebles de madera clara, alfombra color hueso, una cama matrimonial en el centro y una puerta a un pequeño baño a un lado. Junto al armario, a un lado de la puerta de entrada, se encontraba un tocador con tres espejos y un pequeño banquillo. Sentada, mirando su reflejo, se encontraba Charlotte cepillando su cabello.

La edad y la vida que llevó comenzaban a pesarle factura, cada movimiento de sus manos doliendo levemente y haciéndole sentir sus dedos un poco engarrotados, suspirando antes de esforzarse por desenredar cada mechón de cabello negro salpicado de blanco.

Colocó cuidadosamente el cepillo en el tocador y comenzó a maniobrar su cabello en un apretado moño a la altura de la nuca, años de práctica para lograr hacerlo en el primer intento, usando horquillas para mantenerlo en su lugar, mirando sus ojos cansados siguiendo cada uno de sus movimientos a través del espejo, obligándose a sí misma a concentrarse en eso y no en el dolor, en la cena, en el pasado.

Bajó los brazos lentamente una vez que estuvo peinada, mirándose desde todos los ángulos, sonriendo débilmente al ver que ni siquiera los años en la espalda habían disminuido la elegancia que siempre le caracterizó, ni siquiera los años sola le hacían sentirse menos atractiva a sus ojos. Recorrió suavemente con la yema de los dedos su mentón, las arrugas que surcaban las líneas de expresión de su rostro.

Mirando hacia un costado, encontró un par de fotos que siempre le saludaban. Cada mañana que se alistaba, cada noche que se acostaba, toda una vida atormentada por fantasmas a los que, de alguna manera, Charlotte seguía aferrándose, sintiendo demasiado injusto que le arrebataran todas sus oportunidades de formar una familia.

Tomó el retrato de Dmitri, mirándolo con añoranza; él también fue pelinegro de ojos azules, pero los suyos siempre fueron más profundos. Mientras que Charlotte fue comparada con el hielo, Dmitri fue como un océano, mientras el mundo entero la declaró la reina de las nieves, fue él quien derritió su corazón sólo para llevárselo cuando murió. Jamás pensó amar a alguien como lo amó a él, sentir lo mismo que sintió tomada de su mano, incluso cuando veía su sonrisa fotografiada para siempre, lo único que le permitía recordar su rostro, Charlotte seguía pensando que jamás amaría a alguien como lo amó a él.

Colocó con cuidado el retrato en su lugar, sonriendo cuando sus ojos encontraron en seguida la fotografía de Mina y Sungjae, Charlotte con ellos cargando a un inquieto Minho mientras su madre mantenía a Felix ante él, mostrándoselo.

Minho se había quedado con ella todo el fin de semana cuando nació el menor de los Lee, ansioso por conocer a su hermanito en cuanto sus padres volvieran al hospital, Charlotte distrayéndolo con sus propios gatos para que el niño sintiera el tiempo pasar más rápido.

Fue cuando Sungjae y Mina llegaron con un enorme capullo de mantas amarillas, Minho parado en la ventana mirándolos y apurándolos para que llegaran pronto, Charlotte reprendiéndolo por ser tan impaciente. Incluso ahora, tantos años después, la mujer sentía sus ojos llenarse de lágrimas ante el recuerdo, al ser parte de esa pequeña familia y que le permitieran tomar a un pequeño Felix en brazos mientras Minho se preguntaba cuándo podría jugar con él.

Musa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora