NATHAN
¿Cómo pude dejarla ir? Desde que pasó lo que pasó, con ninguna otra mujer había roto mis propias reglas. Sin embargo, con Kayla todo eso amenaza con irse a la mierda. Esa noche no debí acercarme a ella. Maldición, es que se veía tan hermosa en aquella barra: sumisa, vulnerable y sensual. Supuse que sería sencillo ofrecerle una aventura con mis reglas. Me le acerqué decidido a embargarla sin rodeos y en cuanto nuestros ojos se encontraron reconocí los vacíos en su interior. En ese preciso momento tenía que haberme largado. Pero no lo hice y ahora estoy perdido y confundido. No la saco de mi mente y quiero tenerla para mí. Solo para mí. Quise tomar distancia, por eso no fui a la maldita reunión. Sabía que en cuanto la viera me sucumbiría al encanto de su mirada, me hipnotizaría su voz y me embriagaría su olor. Ella es tan hermosa, tan potente, tan sexual, tan volátil, poderosa, pero frágil y tierna a la vez. Una combinación que me cautiva. Ya ha pasado una semana desde que decidí alejarme, pero es una tortura. La verdad es que me muero por sentirla de nuevo. Deleitarme con su placer, tocarla y descubrir que está lista para mí. Oh, siempre lo está. Se ve tan hermosa cuando alcanza la gloria gracias a mí. Cuando se pierde en ella misma, inclina la cabeza y con un grito sordo llega hasta dónde solo yo puedo llevarla. Es preciosa en todos los sentidos. No puedo apartarme de ella y es por eso que decidí salir a buscarla hoy. Sé que se hospedará en el Hilton y voy por ella. La haré de nuevo mía.
KAYLA
Esta semana se ha ido rápido. Lo más significativo de todo lo que ha pasado en esta semana es que mi secretaria y mi asistente son pareja y Jonathan solo es un recuerdo que se está apagando muy rápido. Lo de mi asistente y mi secretaria me tomó por sorpresa. Fue Mikeyla quien me lo confesó la última vez que salimos a La Tertulia. Cristina no sabe que yo lo sé y mi secretaria me hizo prometer que no le comentaría nada al respecto a Cristina. Según ella, mi asistente quiere mantener la relación en el anonimato, al menos, por un tiempo. La verdad no me incomoda en lo absoluto. Al fin y al cabo es su vida personal, ellas son mis empleadas, solo eso, y por lo tanto no tengo derecho a decirles qué hacer con su vida íntima. Obviamente tienen que rendir bien su trabajo y que su relación no interfiera con este. Así mismo se lo dije a Mikeyla. Y respecto a Jonathan, era de esperarse. ¿Qué más? Si no se nada de él hace una semana. Entendí que todo había acabado aquella noche. Mis dos empleadas han sido muy buena compañía en esta última semana. Logran distraerme por completo. Para hoy reservé una suite en el Ponce Hilton. Necesito un fin de semana para mí solita y lo tendré.
NATHAN
Ahí está. Dios, qué hermosa se ve con ese bikini blanco y dorado. Ahí está, en la orilla de la piscina tomando el Sol. La perfección hecha carne. Ahí está la mujer que me ha hecho romper mis reglas, la que ha volteado mi mundo, la que invade mi mente día y noche. Ahí está la que me ha hecho creer de nuevo. Me la cojería ahí mismo donde está. La haría reventar de placer y disfrutaría su deleite, su gloria, su quiebre. Jonathan, será mejor que te controles. Oh, pequeña traviesa, aún con las Ray Ban puestas sé que me has visto. Iré por ti Kayla Micawell y esta vez no te dejaré ir.
KAYLA
No puede ser. Él está aquí y se dirige hacia a mí. Señor, no estoy lista para ello. Pensaba que lo había superado... La ausencia me había hecho pensar eso, pero ahora tenerlo tan próximo, tan varonil, expidiendo hormonas por doquier, con ese traje de baño a la cadera, el pecho descubierto... Todo un dios de la sensualidad. La perfección hecha hombre...
―Kayla Micawell, menuda sorpresa.
― ¿Qué diablos haces aquí?
― ¿Qué? ¿No tengo derecho a hospedarme en este hotel y disfrutar de un fin de semana largo para mí?
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Los mandamientos de Nathan
RomanceTodo estaba estrictamente controlado; su vida, su placer, sus emociones, sus relaciones... Su corazón era intocable. Sus mandamientos lograban que esa coraza alrededor de su corazón nunca se rompiera. Lo más importante; lo mantenían alejado de ese...