Capítulo Tres: Road Trip

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Capítulo III: Road Trip

KAYLA

Dio la espalda y se fue... Suspiro aliviada.

Fernando y yo amanecimos en suelo boricua. A Ryan lo darán de alta mañana y será trasladado a su casa. No puedo evitar sentirme atormentada, aterrada, nostálgica, preocupada, y es que no me imagino la vida sin él; sin sus llamadas, sin sus chistes y consejos. No, él no puede morir así. El cáncer se ha propagado por todo su cuerpo, pero él es fuerte y joven; sanará. Tiene que hacerlo. Ryan... Mi Ryan. Esto no puede estar pasándote...

—Mi cielo, ¿estás bien?— pregunta Fernando en tono preocupado.

—No dejo de pensar en Ryan— le respondo en un suspiro lastimero.

—Tienes que estar preparada para lo peor.

Lo miro incrédula. ¿Cómo puede ser tan insensible?

— Nunca estaré preparada, Fernando.

— Lo sé, pero tienes que hacerte a la idea de que vosotros en esta tierra estamos prestados. Unos están destinaos para vivir en longevidad y otros para vivir un corto periodo. Tienes que ser fuerte, mi amor.

—No puede morir. ¿Qué será de mi mundo sin él?— digo con lágrimas en los ojos.

— Yo estaré para ti. Aunque nunca suplantaré a ese tío, al menos, sabes que no estarás sola.

Fernando deposita un cálido beso en mi cien.

— Te quiero— le digo sincera luego de dos minutos abrazados.

— Yo también.

***

Son las diez de la mañana y me encuentro preparando el desayuno.

— Mmm, ¿qué tienes para mí?— pregunta Fernando acercándose a mí mirando el sartén.

— Tostadas, huevos revueltos y tocineta.

— Suena bien, mi cielo.

— ¿Quieres que nos vayemos de road trip?— digo de repente.

— Suena interesante— me responde.

— Conozco muchos sitios hermosos para visitar. Aprovechemos este día ya que no traen a Ryan a su casa hasta mañana. Necesito distraerme un poco, no he pegado un ojo en toda la noche, y si me quedo aquí moriré de angustia.

— Perfecto. No es apetecible quedaros aquí encerrados, estoy de acuerdo con vos.

Terminamos de desayunar y nos metimos a duchar.

— Me encanta ducharme contigo, Kay.

— A mí también.

— Hace tiempo que no tenemos intimidad. Hoy te deseo más que nunca.

Nos besamos bajo el agua. Fernando me acaricia suavemente. Este es su estilo; pausado y con detenimiento. Siempre ha sido así. Nunca hemos follado de manera salvaje ni hacemos cosas atrevidas. Me gusta así. Bueno, aunque un poco de acción no viene mal de vez en cuando... Fernando sigue besándome, empieza por el cuello, mis pechos, mi abdomen... Cierro los ojos para disfrutar sus caricias. La imagen de Nathan me atacó sin previo aviso. Me alejo del cuerpo de Fernando.

— ¿Qué pasa?

— Nada. Pospongamos esto para después.

— ¿Habláis en serio?

Los mandamientos de NathanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora