Por más que me aplique corrector, las malditas ojeras no desaparecen. Maldita sea Jonathan. He llorado toda la noche por culpa de sus mentiras. Luego de una extensa consulta con la almohada he llegado a la determinación de enviarlo derechito al carajo en cuanto regrese de su "viaje de negocios." Es que si no hubiera escuchado su conversación, estuviera como una pendeja diciéndole: "Mi amor, ten un buen viaje. Me llamas en cuanto llegues. Te voy a extrañar." ¡Jah! Anoche estaba invadida por la decepción, hoy por coraje. Se siente horrible que te mientan en la cara y no solo eso, que te tomen el pelo de esa manera. Todo era muy hermoso para ser verdad. Si claro, "Kayla, eres mi diosa" Es que... ¡mierda!
Voy hacia la empresa, a ver si con el trabajo me olvido de todo esto. Llego y nuevamente Mikeyla no está. Hace tres semanas me había pedido sus vacaciones, las cuales tenía acumuladas. Le otorgué el permiso por dos semanas. Se supone que hace cinco días haya regresado de estas, pero no ha aparecido. La actitud de mi secretaria me tiene preocupada. En días pasados, luego de haberse desaparecido por dos días consecutivos, apareció, pero no se le veía demasiado bien. Insistí en que me contara si algo iba mal, pero me juró que solo había tenido unos días pésimos. Por ello, me solicitó sus vacaciones; necesitaba relajarse y reflexionar. Nuevamente ha vuelto a desaparecer y esta vez, realmente estoy inquieta por ello. Su actitud responsable y profesional, ha sido sustituida por el descuido tanto físico como laboral. Necesito comunicarme urgentemente con ella, pero ni siquiera mi asistente ha dado con ella.
― Por Dios, jefa, le he dejado mil mensajes a su celular. ¿Dónde se ha metido?― dice alterada Cristina
― ¿Cómo? Yo no he recibido ninguna llamada― verifico mi móvil y veo un avión en la parte superior― Mierda, Cristina lo tengo en modo avión, perdóname esa. ¿Qué es lo tan urgente que tiene que decirme?
― Mikeyla, ha renunciado, se ha ido del país.
― ¿Qué dices?― abro los ojos como platos
― Mira, dejó una carta. Tal vez con esta entiendes mejor.
.
Arrebato la carta de las manos de Cristina y comienzo a leerla.
Querida Jefa y amiga:
No sé por dónde empezar, pero aquí va el motivo de mi carta: RENUNCIO. Sé que lo verá como un acto de traición, pero yo lo veo como un acto de liberación. Estos años trabajando para usted han sido muy productivos y agradezco toda la ayuda que me brindó. Por sus consejos y los minutos que sacó para escucharme. Estoy muy agradecida con usted por dejarme crecer en el campo laboral; comencé como una simple conserje y usted apostó por mí. Ha sido una decisión muy difícil, pero necesaria. Los motivos de mi renuncia me los reservo. Agradecería el que no trate de buscarme. Estaré fuera de la isla, ni siquiera mi dulce Cristina sabe a dónde voy. Gracias una vez más.
Sinceramente;
Mikeyla
PD. Las llaves del carro que me compró las tiene Cristina, pídaselas.
Me siento en la silla de mi escritorio y releo la carta una vez más. No puede ser, Mikeyla no puedo haber hecho esto. Ella adoraba su trabajo aquí conmigo. No puedo evitar llorar; no solo pierdo una excelente secretaria, sino una buena amiga.
― ¿Pero ella no te dijo más?― no logro salir de mi asombro
― No. Llegué a su apartamento y me esperaba junto con las maletas para despedirse. Me dijo que sabía que vendría hasta su apartamento. Que se iba del país, que me quería y que te diera esta carta.
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Los mandamientos de Nathan
RomanceTodo estaba estrictamente controlado; su vida, su placer, sus emociones, sus relaciones... Su corazón era intocable. Sus mandamientos lograban que esa coraza alrededor de su corazón nunca se rompiera. Lo más importante; lo mantenían alejado de ese...