Capítulo Cuatro: A Nombre de un Recuerdo

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Capítulo IV: A Nombre de Un Recuerdo

NATHAN

— ¿Qué te pasa, bae?— Alejandra interrumpe mis pensamientos.

— Ayer fui a ver a Ryan; es fuerte verlo así.

— Debe serlo.

— No sabes cómo se ve... Es...Mira, me saqué una foto con él- le muestro la foto desde mi celular a mi prometida.

— Dios mío, Jonathan, ni se parece.

— Sí— digo en un suspiro pesado.

Quisiera que mi pensamientos solo vayan dirigidos a eso, pero no es así. Volver a ver a Kayla me ha jodido. Eso no se lo puedo decir a Alejandra. Mentiras. Más mentiras. No la quiero alterar, por eso no puedo decirle que ella ha vuelto. Ale está consciente de lo que significó Kayla para mí; su presencia aquí la destrozaría, y estamos en planes de boda.

— ¿Quieres algo de cenar?— otra vez me saca de mis pensamientos.

— Por eso te quiero— le digo tratando de ofrecerle una sonrisa auténtica.

— Yo también te quiero Nathan, pero no me refiero a ese tipo de comida— me tira un guiño y se dobla dándome una perfecta visión de su hermoso y... perfecto culo. Ella es sensual por donde quiera que la mires. Es voluptuosa, y con eso me refiero a tetas y culo grandes, su piel es de tez trigueña; tersa y perfecta, tiene unos labios provocativos, dientes perfectamente parejos y blancos, pelo lacio y negro hasta mitad de espalda, alta; mide 5"8... ¿Qué más puedo decir? Es preciosa y sensual. Ríe coqueta y me contagia.

Rawrrr— Ruge y yo río; adoro cuando hace eso.

— Esto es un banquete— le digo con la voz teñida de lujuria.

Bon appetite— me responde en el mismo tono.

La traigo hacia mí, chocando mi duro miembro contra su trasero. Si hay algo que me encanta de esta relación es que ella adora el sexo duro y salvaje; como a mí me gusta. Ya no lo hago cómo antes; yo llegaba al extremo del dolor y el placer, pero con ella no he llegado a eso por la sencilla razón de que no la considero como las demás que han pasado por mi vida. Alejandra se trepa en la cama, luego de quitarse la ropa y quedarse en tanga, y se pone al estilo perrito. Qué bello es el paisaje. Sin pensarlo, le remuevo la tanga y le lamo el culo. Paso mi lengua por su agujero y luego desciendo hasta su perfecto coño. Estoy preparando el área para luego adentrarme en ella... Ella gime, me dice cosas obscenas y eso me pone a mil. Alejandra me suplica que me hunda en ella y yo no lo pienso dos veces, me introduzco y ella grita de placer. La embisto una y otra vez, sin pausa ni detenimiento. La conozco demasiado bien, sé que ha tenido múltiples orgasmos ahora mismo. Esta mujer es insaciable. Casi no puede mantener esta misma posición, pero no se quita. Sigo, sigo... Me estoy tardando más de la cuenta en venirme. Ale comienza a gritar cosas obscenas... De repente, Kayla se instala en mi mente. ¿Qué?...Cierro los ojos y pienso en las veces que estuve dentro de ella... Las veces que gritó mi nombre. Sigo penetrando a Alejandra, pero en mis pensamientos está Kayla. Duro, más duro... El mundo se está yendo...

Me tumbo en la cama y Alejandra me mira perpleja.

—Uau, eso ha sido violento. Mira cómo me has dejado el trasero.

La observo, le dejé mis manos marcadas. La miro horrorizado. Sí, es cierto que nos gusta a lo agresivo, pero nunca he llegado a los golpes ni marcarla en exceso. Al menos, no con ella. No quiero volver a ser lo que era antes.

Los mandamientos de NathanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora