Capítulo Trece: Ahuyentar los Demonios del Pasado

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  A las dos de la mañana sigo despierta y Nathan duerme plácidamente a mi lado. Sonrío al recordar las últimas horas de placer; definitivamente somos unos ninfómanas o algo parecido. Me levanto para ir al baño, y también aprovecho para recorrer la casa; es enorme, cálida y acogedora. Llevo mi celular conmigo para alumbrar el camino hasta poder encender alguna vela. Encuentro fósforos en la cocina. Sigo caminando por la cabaña y mientras más me adentro más hermosa me parece. Me sorprende toparme con otra sala, pero esta tiene sofás. Enciendo las velas que están en una mesa que hace esquina.

De verdad no sé porqué no puedo dormir... No debería estar así, pues Nathan y yo, solos, alejados de todo y de todos, como que no es motivo para estar inquieta. Creo que la razón de mi situación es Fernando...

Suspiro y me siento en el sillón blanco con cojines marrones. El mueble es muy cómodo. Acurruco mis piernas y las pongo a la altura de mi barbilla. Pienso en todo lo que ha pasado en estos últimos años... Suspiro de nuevo, sí, debo estar a punto de enfrentar mi pasado. ¿Por qué ahora? Por mi mente pasa Saúl, Mikeyla... la psicótica de Cristina, esos compañeros universitarios que me hicieron todas esas cosas. Observo la muerte de mis padres... Cuando asumí la empresa; lo triste y preocupada que estaba. En ese entonces, Saúl y Ryan fueron mi gran apoyo; nunca me dejaron caer. Lloro al recordar todo eso... Me odio por sentirme así. Por resistirme a este sentimiento irracional hacia Nathan... Odio querer alejar la posibilidad de mi felicidad junto a él... Es que es solo eso: una maldita posibilidad. ¿Y si se acaba? ¿Si se va? Si un día me deja como lo hicieron mis padres o Saúl... No quiero pasar por eso... Y este sentimiento que se apodera de cada célula cuando estoy con Nathan me asusta, y más que eso, me aterra. Siempre que empiezo de nuevo, algo malo ocurre; pasa algo que arruina lo que me hace feliz. Lloro a caudales. Un dolor se instala en mi pecho. Me aterra tanto rendirme al amor que siento por Nathan y que algo o yo misma arruine todo... Mis sollozos son interrumpidos por la constante vibración de mi celular. Vaya, son muchos mensajes. En este lugar la señal es escasa, y parece que ahora, en un pequeño lapso, regresó. Son varios textos de Fernando y Ryan.

De: Fer 💕
-Hola, mi cielo. solo quería que supieras que te quiero demasiado. Que te he extrañado como nunca. Todavía me siento culpable por haberme ido así tan abruptamente. Sin despedirme de ti, mi muñeca. Sé que últimamente no la has tenido fácil, pero quiero que sepas que siempre estaré para ti... Que eres la mujer que me ha cautivado. La que ha calado cada hebra de mi ser. Espero que me perdones si te he ofendido... Te quiero mucho

-10:00pm

-Mi cielo, te he llamado y no me has contestado el mensaje, estás bien?

-11:00pm

-Kayla, no apareces en línea en WhatsApp, y tampoco me contestas; por favor, si lees esto déjame saber cómo estás.

11:30pm

-Kay, te he llamado muchas veces. Me estás evitando? Espero que no te haya pasado nada.

11:59pm

- :/ Kay...

12:02am

De: Ryan 😋

-Espero que estés gozando y gritando como perra xD Ahora ya sabes la sorpresa... Hablando en serio espero que este fin de semana te ayude a decidir sobre qué es lo que quieres para ti. Confío en que tomarás la decisión correcta. Te amo, nena!

12:05am

Los mensajes de Fernando no provocan esa emoción del principio... Recuerdo cómo se le ocurría cualquier cosa para tratar de enamorarme. La verdad, en múltiples ocasiones logró sacarme una sonrisa, incluso cuando yo no tenía ninguna intención de entrar en otra nueva relación. En ese entonces yo sabía que nunca podría amarlo con intensidad, pero aún así le di el sí. El por qué es un misterio para mí todavía, solo sé que desde ese momento me sentía cómoda, segura e incluso podría decir que feliz. En ese momento, Nathan solo era un bonito, pero doloroso recuerdo, y juro que no tenía la intención de volver. Aunque no niego que muchas veces lo extrañé... Bufo. Mírenme ahora; estoy en una hermosa cabaña, mientras Nathan duerme arriba; estoy con el que prometí más nunca volver a hacerle sufrir. Sí, soy un auténtico desastre emocional.

Los mandamientos de NathanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora