Epílogo

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Tres meses sin Kayla

Kayla se fue y se llevó consigo todo lo que yo podía ofrecerle: mi amor sin reglas. Para mí esta era la mayor muestra de que realmente la quería, pero ella fue egoísta. Sí, ella decidió el futuro de ambos sin consultarme, sin tener en cuenta mis sentimientos; decidió irse y me dejó tocando fondo, como lo dijo Arjona. De hecho, esta es la canción que me ha perseguido estos tres meses sin ella.

"Este es el himno nacional y por bandera tengo tu tanga café

confieso que la paso mal y no sé cómo mantenerme en pie.

Y sigo aquí tocando fondo

descubriendo todo lo que nos faltó,

echándome la culpa en todo

derritiendo el poco aire que me quedó.

Y sigo aquí tocando fondo

desde mi país que es este quinto piso.

Desde tu exhilio voluntario la nostalgia sigue de primer ministro...

De más está decir te extraño y el resto de cursilerías.

No insistas en lo que hace daño es otra frase de tu autoria"

Sí, esta es la canción que describe a la perfección lo que siento después de tres meses sin Kayla. "No insitas en lo que hace daño..." Bufo al escuchar una vez más esa maldita frase; fue lo que me dijo Kayla en su despedida. Ella jamás me hubiese hecho daño si nunca se hubiera marchado. Lo hizo y me dañó más de lo que quisiera admitir. Nunca voy a entender su decisión. ¿Cómo abandonas a alguien que quieres? ¿Cómo quieres a alguien y lo abandonas? Repito la pregunta en mi cabeza porque no encuentro respuesta alguna. Yo me fui una vez y dejé a alguien que amaba, acto del que me arrepiento una y mil veces haber hecho, pero lo hice con la promesa de volver y la cumplí. Kayla, en cambio, me arrancó de su libro como si detestara nuestro capítulo... Se fue sin ninguna promesa de volver a leerme o leernos.

Apago el estéreo y comienzo a vagar por el apartamento...

¿Por qué mierdas fuiste tan egoísta Kayla Micawell?

¿Y tú, Jonathan Agosto, por qué eres tan pendejo y no la sacas de tu sistema?

Ocho meses sin Kayla

Descubrí que vivir sin ella es totalmente posible. Sigo la rutina aunque a esta le hace falta su sonrisa; vivo aunque cada día el alba haya perdido su belleza; continúo aunque ya no haya un motivo o alguna motivación. No la he superado, eso está claro, pero sin ella, soy capaz de sobrevivir sin asfixiarme cada que respiro su ausencia. Hay días que la extraño más que otros, pero hay alguien que está ayudando al pobre hombre que quedó después de que ella lo dejó: Alejandra Mendoza. Ella ha sido, apenas, un rayo de luz dentro de tanta oscuridad. Aún así, su compañía me hace mucho bien. Tal vez, los romances entre asistente y jefe sean un tanto cliché, pero no puedo ignorar el hecho de que en estos meses nos hemos acercado lo suficiente como para crear una especie de relación basada en compañía y sanación. Yo no quiero hacerla sufrir, pero ella está consiente de mis sentimientos hacia Kayla, aún así ha querido permanecer a mi lado.

No sé si fue por lástima, estima, cariño, agradecimiento o afecto, pero anoche la besé. A pesar de no haber experimentado lo mismo que con Kayla, ella logró hacerme sentir cómodo. Jamás miré a Alejandra con otros ojos, y aunque a veces notaba cómo se ruborizaba ante mi mirada o tacto, nunca me imaginé que esos detalles se debían a que ella tenía cierto interés en mí... No sé si es correcto, pero tampoco lo siento incorrecto. Es por ello que le daré una oportunidad. Más bien, mi asistente y yo, nos daremos una oportunidad, pues yo deseo ser salvado y ella está dispuesta a salvarme.


Los mandamientos de NathanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora