Insistiendo en Formalidades

12.9K 691 27
                                    


Mientras nos acomodamos la ropa y yo trato arreglar mi pelo alborotado, Nathan se voltea y me dice:

― Uau, Micawell, eso ha sido intenso.

― Esto no puede seguir así.

― ¿Qué cosa?

― Yo prácticamente no te conozco. No puedes venir y follarme en donde sea y cuando sea. Está mal.

― Exactamente, ¿qué está mal? ¿Que me encantes? ¿Que no pueda evitar desearte en donde sea?

― Eso es una estupidez. ¿Te pasas fornicando a toda mujer que te encante y excite?

― No. Micawell, no había deseado a nadie así hace años.

Oh vaya. Su tono ha cambiado, está acongojado, melancólico. Por alguna razón algo me conmueve y siento que le creo. Kayla, ¡No seas pendeja! Lo mismo decías de tu ex y mira cómo te abandonó. Es un hombre como cualquier otro. No debes creerle nada.

― Eso no me dice nada y no lo puedes comprobar. Te voy a pedir que te mantengas al margen y que nuestra relación se limite a ser estrictamente profesional. Por favor.

― No puedo hacer eso cuando tú me enloqueces.

― Pues tendrás que lidiar con ello. No quiero líos. Ni que jodas mi vida.

― Pensé que me llamarías.

― ¿Cómo he de hacerlo si no tengo tu número? Además, ¿por qué lo haría?

― Te lo dejé en tu vaquero. Y contestando tu última pregunta, lo harías porque sé que te enloquezco igual que tú a mí.

¿En mis jeans? No, no recuerdo que hubiese un papel allí con su número. No se me ocurre qué decir. Tiene razón al reconocer que me vuelve loca y que me encanta. Pero no puedo darle el lujo de decírselo en voz alta. Eso alimentaría su ego masculino.

― Por favor. Tengo mucho trabajo que realizar y estamos perdiendo el tiempo. Que tenga un buen día, señor Agosto.

― ¿Otra vez con las formalidades?

― Sí, otra vez.

Entro a mi oficina y mi asistente me está esperando. Me está dando una mirada juzgadora.

― ¿Te pasa algo?

-No me pasa nada. Jefa, nos queda otra reunión e ir a comprar un coche, pero primero deberíamos comer.

― Sí...

Las horas pasan volando. La segunda reunión fluyó de maravilla. Luego le compré a mi secretaria un Toyota Yaris. Estaba muy emocionada cuando se lo entregué. Ella es la mejor secretaria que podría existir y ha tenido una vida difícil. Se lo merece. Me despido del personal; ya me voy para mi apartamento. Estoy muy agotada. Demasiado. Las dos reuniones, la búsqueda del auto y... Nathan. Se me eriza la piel al recordarlo. Es que es tan sensual, tan diestro, tan...imbécil. Siento los estragos del sexo salvaje y duro que tuvimos en la oficina. Natha me hace experimentar tantas cosas y tantos sentimientos a la vez. La ternura se mezcla con la lujuria, el deseo con desconcierto, el odio con la veneración... Es un meollo de madre. No sé qué siento. Si lo odio o lo deseo. Si me gusta o no lo soporto. No sé si quiero seguir o darle un paro. Mi razón choca con mi corazón, mi subconsciente con mi lado racional... Maldita sea. No me gusta estar confundida ni saber a dónde voy exactamente. La verdad es que no sé a dónde irá a parar toda esta mierda relacionada con Jonathan. Eso me abruma porque no sé que esperar... No deja de sorprenderme... Jonathan el falta de afecto, el salvaje y el dueño de JJ Resorts & Tourism. Vaya, este hombre es una cajita de sorpresas.

Los mandamientos de NathanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora