Capítulo siete: Pinguinos en Nuestra Cama

7.8K 433 20
                                    

KAYLA

Fernando no me cuestionó por mi tardanza; estaba tan metido en la computadora que ni se había percatado la hora que era. Fue un alivio, al menos no tuve que empezar a escupir excusas y mentiras. Tomé una ducha y me metí en la cama junto a él. Me envuelve en sus brazos... Ay, estos brazos que me han consolado tanto. Las primeras noches que dormimos juntos, cuando todavía tenía pesadillas a la mitad de la noche, siempre estaban ahí para calmarme. Nunca cuestionó nada y estoy agradecida por ello. Él simplemente me aceptó con todo y demonios. En cierta ocasión me dijo que cuando estuviera lista, le contara; han pasado dos años desde que lo conozco y uno de novios y aún no le he contado nada. Es que es algo que no quiero repetir en voz alta ni revivir en mi memoria...

— ¿Qué te pasa, mi cielo?

— Mi amor, es que estoy preocupada, triste, melancólica...

— Por Ryan José...

—Sí.

¡Qué empiece el juego de mentiras! Bueno, es una verdad, pero no en su totalidad. Claro que lo de Ryan me tiene mal en todos los sentidos, pero adicional a eso está todo lo demás.

— Ya lo hemos hablado...

— Sí, es que, créeme, nunca estaré lista.

— Lo sé...— digo con pesar.

Fernando en menos de dos minutos se queda dormido, y yo me dedico a observarlo. Se ve tan guapo... Me transporto al lugar y al día en que lo conocí...

Lo veo a través de mi lente... Su sonrisa me saca automáticamente otra sonrisa. Cosa rara, pues hace mucho que no sonreía. Él se está acercando a mí y yo enderezo mi postura. Estoy algo nerviosa. ¿De verdad lo estoy? Me dedico a admirar su belleza. Él no es como Nathan, es guapo, pero todo lo contrario a él. El hombre que se acerca es de tez blanca, pero no roza la "jinchura", es un poco más bajo que Jonathan, no tiene una musculatura exagerada, su pelo es castaño y tiene un recorte al estilo Ben Affleck... Su caminar es seguro, imponente... Ya está a unos pocos pies de mí y mis ojos se encuentran con la oscuridad de los suyos. Ríe coquetamente y para mi sorpresa yo hago lo mismo. ¿Qué está pasando?

—Hola, fotógrafa— me dice sin exagerar en su coquetería; yo río.

— Hola, desconocido.

— Fernando...

— Kayla...

— Hola Kayla, aunque os prefiero deciros "preciosa Kayla"

— Esa labia está potente.

— ¿Labia? ¿De qué habláis mujer?

— Disculpa, eso es como el método de filtreo que utilizas.

— ¿Yo? ¿Coqueteando con vos? Jamás.

— Perdone, confundí su caballerismo con coqueteo.

— Eres divertida. Tu acento también lo es. ¿Por qué no me muestras las fotos que has tomado del parque?

— Estoy empezando, pero creo que estoy haciendo un buen trabajo.

— Deja ver...

La vibración de mi celular interrumpe el recuerdo. ¿Quién será a esta hora? Mi corazón se detiene; automáticamente pienso en Ryan. De un brinco quedo sentada y tomo mi celular que está encima de la mesa de noche. Miro la pantalla y es un mensaje de texto de un número que no tengo registrado.

Esto es más difícil de lo que pensaba; tienes razón necesitamos tiempo, pero no quiero alejarme.

2:00am

Los mandamientos de NathanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora