KAYLA
Nathan acaricia mi cabello mientras me encuentro recostada en su regazo. Me siento la mujer más feliz sobre la faz de la tierra. Estoy casada con el hombre más hermoso.
Río al recordar sus votos el día de nuestra boda.
Prometo amarte, cuidarte, respetarte y follarte de todas las formas posibles. Prometo ser ese a quien recurras cuando algo no salga cómo esperabas. Ser el que te haga reír y gemir de esa forma tan hermosa cómo siempre lo haces...Prometo estar contigo más allá de la vida... Más allá de la muerte...
— Te amo Nathan... Te amo con todo mi corazón...
Alzo mi ceja izquierda al no recibir su respuesta.
—¿Mi amor?
Me despego de sus piernas y me dispongo a observarlo. Él no dice nada con su boca, pero sus hermosos ojos lo dicen todo. Dios mío, él es tan perfecto. ¿Cómo es posible que alguien pueda amarme tanto?
Lo beso en los labios tiernamente.— Últimamente no hablas mucho mi amor, pero tus ojos hablan por ti. El amor sigue intacto...
De repente un fuerte dolor de cabeza me invade.
— Aushh...
Ojos verdes... Una carta de despedida... Fernando... Traición... Traje de novia... Catedral...
Ave María, gratia plena...
¡Poomm!
Gritos de horror...
Jonathan se desploma frente al altar. Mi primer instinto es correr hacia él.
—¿Nathan?... ¿Nathan? Por favor no te vayas... Dios, llamen a una ambulancia...
Miro los ojos de Jonathan y estos me regalan su última mirada y de su boca salen sus últimas palabras:
— Te amo, mi amor.
—¡No, no, noooooo! Nathan vuelve, vuelve... Maldita sea, no me dejes...
Miro a mi alrededor en busca del causante de mi desgracia... En una esquina veo a Alejandra tratando de escabullirse por detrás de una columna. Maldita puta... Ella hizo esto. Múltiples sentimientos me aplastan en este instante; dolor, tristeza, rabia, coraje, odio... Me incorporo, me quito los zapatos y salgo corriendo en dirección a esa cabrona. Ella es rápida, pero yo lo soy más. La pillo en la oficina parroquial; no tiene escapatoria.
— Maldita puta... Cabrona. ¿Por qué lo hiciste? Eres una jodía loca mental... Acabas de salir de una maldita probatoria... ¿Sabes qué? A la mierda. La justicia en este puto país es una mierda... Ya veo que para nada es rehabilitadora... Te puso más loca.
— Dije que si no era mío tampoco tuyo lo sería.
—¿Ah sí?
Cojo una cruz de metal bastante pesada que hay en una esquina y me abalanzo encima de ella. Como la justicia es una basura, y los años que le echarán no serán suficiente... Y como tampoco está la pena capital, yo tomaré la justicia en mis manos. Me harté de todo... ¿Acaso nunca podré ser feliz? Lo he perdido todo...
Sigo dándole a la asesina de Nathan sin parar... Esto va por todo lo que me ha hecho. Todas mis frustraciones pasan por mi cabeza y me desquito con ella... Lágrimas bajan por mi cara...
— Puta, cabrona... Te odio... Te odio, te odio... Te odio... Nathan, me quitaste a mi Nathan...
Paro cuando siento que el cuerpo de Alejandra deja de luchar... Dios mío, ¿qué he hecho? Me alejo del inmóvil cuerpo y me arrastro hasta una esquina... Comienzo a llorar descontroladamente cuando veo mis manos y mi vestido blanco manchados de rojo... Me hago un ovillo en el suelo y comienzo a gritar...
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Los mandamientos de Nathan
RomanceTodo estaba estrictamente controlado; su vida, su placer, sus emociones, sus relaciones... Su corazón era intocable. Sus mandamientos lograban que esa coraza alrededor de su corazón nunca se rompiera. Lo más importante; lo mantenían alejado de ese...