Las Casualidades no Existen

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Al fin es lunes. Nunca había tenido tantas ansias por ir a trabajar como hoy. Es que el trabajo me llena, distrae y me mantiene ocupada. Llego más temprano de lo usual, pero como siempre mi fiel secretaria ya está en la oficina. Recuerdo que hoy es el primer día de trabajo de Cristina Sotomayor. Al igual que el mío, su día será ajetreado. Tengo dos reuniones importantes e ir a comprar el merecido regalo para mi secretaria. Llega todos los días en taxi a la oficina y es por esto que hoy le compraré un auto: para que pueda ir y venir con libertad a los lugares. Se lo merece.

Entro a mi oficina y un olor particular me sorprende. Un olor que me marea, pero es agradable. Es un aroma con el que estoy familiarizada; huele a rosas. Hay por todas partes y de todos los colores. ¿Quién carajos es el loco? Inmediatamente llamo a mi secretaria. Le pregunto quién entró a mi oficina, pero me dice que no sabe y que no había entrado a mi oficina antes de que yo llegara. Llamo al personal de seguridad para que las deseche de inmediato. Para otras este gesto sería algo romántico, pero para mí es algo estúpido. La situación se torna molesta. Tener un admirador secreto no es muy romántico que digamos. ¿Qué sentido tiene gastar dinero y tener estos detalles si no dices quién eres? Además el que alguien entrara a mi oficina y nadie se diera cuenta es preocupante. Quiere decir que la seguridad está fallando. Mi nueva asistente personal acaba de llegar. Se ve muy hermosa, elegante y segura; como siempre. Me saluda.

― Buenos días jefa. ¿Cómo se encuentra?

― Un poco de mal humor, pero no tienes culpa.

― ¿Y qué le provocó su mal humor?

― He tenido un fin de semana intenso. Y hay una persona que me está enviando rosas a diario. El hecho de que no sepa quién es y que mi seguridad esté fallando me molesta.

― ¿Rosas? Es un detalle lindo.

― Para mí no lo es. Eso de admiradores secretos no va conmigo.

Le digo a mi asistente todo lo que haremos en el día de hoy. No sé porqué, pero la noto medio triste. No veo esa seguridad tan distintiva de ella. Nos dirigimos hacia nuestra primera encomienda del día de hoy. La reunión comienza a las nueve en punto. Hoy es una muy importante, escucharemos a una compañía con la que nunca hemos trabajado, pero que es muy influyente. Bueno, según leí es una empresa dedicada a la construcción de hoteles y fomentación del turismo. Su fin es promover el turismo interno de ciertos países. Según sé, hay varios alrededor del mundo; en Estados Unidos, Europa y pequeñas islas, como la mía. JJ Resort and Tourism es lo que hace falta en esta isla. El turismo es el arma para la economía, no solo de mi isla, si no de todo país. Vivo en una isla situada en el Caribe, la cual cuenta con el mejor clima todo el año. Nunca hace demasiado frío y el calor ciertamente es pasable. Mi isla cuenta con las playas más hermosas del mundo y los lugares más acogedores para disfrutar. Definitivamente es la clave para sacar adelante la economía de este pueblo. Para mí es un honor el que esta compañía apueste a nosotros. También sé que recientemente un millonario, el cual no conozco ni he visto, compró la empresa. No me provoca curiosidad averiguarlo, además con todo este rollo no he tenido tiempo para hacerlo.

Le digo a Cristina que tome nota de todo. Llego y ya la mayoría se encuentra sentada en la mesa de reuniones. Todos con sus trajes de saco negro. Veo que solo faltan tres sillas por ocupar, obvio la mía y de Cristina, ¿y la otra?

Procedo a sentarme y todos me saludan con un profesional "Buenos días". Pregunto quién falta para poder comenzar y un señor mayor me comunica que nada más y nada menos que el nuevo dueño de la empresa. Dijo que se llama Jonathan N. Agosto Peña. Se quedó sin nombre el señor este. Me encuentro organizando el papeleo de mi carpeta y la puerta se abre. Unos ojos verdes y una sonrisa perfecta me saludan. Oh Dios mío. Esto no puede ser posible. Nathan acaba de entrar por la puerta.

Los mandamientos de NathanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora