"Vete de mi vida"

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Abro los ojos cuando siento la luz del Sol entrar por la ventana. Maldita sea, qué dolor de cabeza tengo, qué náuseas. ¿Dónde estoy? No quiero abrir los ojos, presiento que la luz que entra me va a matar. Dios... Abro medio ojo y para mi sorpresa estoy en mi cuarto. ¿Cómo llegué hasta aquí? No recuerdo bien. Solo tengo lagunas. Lo último que recuerdo son los ojos de... Cristina. ¡Qué noche tan...! Se me paran los pelos cuando pienso en lo que hice con mi asistente. Dios mío... ¿Por qué lo hice? Abro los ojos y me incorporo en mi cama. Cuando lo hago, pego un grito ensordecedor. Jonathan está al pie de la cama mirándome de una manera siniestra.

― Maldita nah', ¿qué diablos haces aquí? ¿Cómo entraste?― pregunto frotando mis manos en mi frente

― Parece mentira que te comportes como una niña. Me voy un solo día y mira cómo te comportas. ¿Qué carajos te pasa Kayla Micawell?― su tono es calmado, pero hay molestia implícita

― Primero, baja la maldita voz. Segundo, ¿con qué derecho te paras frente a mi cama a reclamarme? ¿Quién te crees que eres?

-¿Cómo que quién me creo que soy? ¿Acaso no soy importante en tu vida?

― No seas ridículo. ¿Por qué le daría importancia a alguien que me miente o me pasa por alto? A alguien que descaradamente me cree tan pendeja como para tragarme ese cuento del "viaje de negocios", ¿ah? ¿Por qué serías algo significante en mi vida? ¿Por qué darle importancia a alguien que conocí hace poco?

Yo estoy eufórica y él muy calmado. Tanto que me asusta.

― Es una lástima escuchar eso, Kayla, porque para mí te has convertido en alguien importante.

― ¿Y por qué me mientes?― refuto

― ¿De qué hablas?― pregunta como si en verdad no lo supiera

― Tú sabes, no te hagas. Escuché cuando le dijiste a alguien que la amabas y que la verías. No te atrevas a negarlo.

― ¿Estabas espiándome?― cuestiona ofendido

― ¿Y qué puñeta querías que hiciera? Si en cuanto recibiste la llamada te quedaste paralizado y nervioso. Osea apenas estamos conociéndonos, ¿qué querías que hiciera? Después de lo que me pasó con Saúl, ¿cómo no activar mis sentidos de alerta? Y mira, no me equivoqué, se trataba de otra mujer.

― No es lo que piensas, Kayla.

― Pues explícamelo porque no entiendo.

― Yo... No puedo. No estoy listo para decirte.

― ¿No confías en mí?

― Después de lo de anoche, no.

Díos mío, ¿lo sabe? ¿Sabe lo que hice con...?

― ¿Y qué pasó anoche?

Mi corazón galopa desenfrenado dentro de mis costillas.

― ¿Te parece poco el que te hayas emborrachado? ¿Te parece poco que no hayas contestado ni un solo texto ni llamada mía?

Un alivio enfermizo circula en mi sistema. Aunque no me hace sentir bien ni por asomo conmigo misma. Él desconoce el hechi, pero yo no, y eso me horroriza.

― ¿Hace falta recordarte cómo nos conocimos?― trato de defenderme

― Por eso mismo, ¿y si un hombre anoche se aprovechó de tu estado para seducirte?

― ¿Quieres decir que tú te aprovechaste de mi estado aquella noche?

-Sí.

-Oh, Hijo de P...

Los mandamientos de NathanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora