Capítulo 14

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Me estoy volviendo loca, quiero gritar, pellizcarme y así quizá despierte de esta pesadilla, que solo sea un mal sueño es lo que deseo, sin embargo, pestañeo una y otra vez, despertando, viendo, escuchando y sintiendo todo lo que conlleva esta situación.

—¿Te quitas o te quitan? —inquiere, inmutable.

Desecha todo lo que le he dicho, la amenaza que lancé, él realmente cree que estoy jugando.

Lo hace porque no conoce los alcances de una mamá desesperada como yo, soy mamá leona.

—Lo haré con mucho gusto en cuanto me entregues a mi hija —recalco lo último.

Es solo un maldito donante de esperma, ni siquiera disfruté lo que pasó la noche que concebí a Hope.

—Tu lo quisiste así.

Seguido estoy siendo sujetada por los brazos, apartada de lo que más amo en esta vida, de Hope que no puede llorar y las primeras lágrimas ruedan por su carita sonroja, empapando el cristal de los lentes.

El doctor fue claro con lo que dijo, una emoción fuerte que actúe sobre su cerebro, desataría dolores de cabezas que en si repercuten en sus córneas deficientes, explotando aquellos vasos capilares formados al pasar los días, a medida que esta se va llenando de sangre sin fluir, tapando las vías.

Rodrigo lucha para que lo dejen pasar, leo la impotencia que siente, así como el enojo que tiene, vociferando mil cosas con el demonio salido de otro planeta.

¿Por qué no me llevé de Tiffany?

—¡Mami, mamita, por favor! —se retuerce en los brazos de ese sujeto, no merece ni siquiera tener un nombre, es un ser sin sangre por las venas, disfruta el sufrimiento de los demás —. ¡Por favor déjeme! ¡Mami!

Con todas mis fuerzas intento llegar a ella, el abuso de poder que influye este señor atemoriza a todos los que están a nuestro alrededor, nadie puede hacer nada con la muralla de seguridad que todo el escuadrón de hombres traídos forma.

—¡Te juro que te voy a matar! —amenaza Rodrigo antes de que un puñetazo en el estómago por parte de un tipo que mide dos metros de altura, lo doble en el piso.

No puedo con tanto, dos me doblegan en el pavimento de rodillas, suplicando por mi hija, todo el rostro bañado en lágrimas.

—¡Ya basta! —duelen mis cuerdas vocales al hacer tal esfuerzo gigantesco de que todos me escuchen —. ¡No lo lastimen y dame a mi hija! ¡Hope, no puede llorar!

Ni siquiera sabe cómo tratar a un bebé, apenas si la puede cargar, reteniéndola por las malas entre sus brazos.

La va a lastimar.

—Es una Murphy, irá a donde pertenece —repite.

Entrándola en el interior de la camioneta blindada, Hope se aferra a la puerta de la misma con sus bracitos.

—¡Mami, no dejes que me lleve, por favor!

Me están matando en vida, destruyéndome por dentro, derriban todos los cimientos.

—Mi luz, mira a mamá —tengo que morderme los labios, en medio del temblor, el dolor con el que me obligan a quedar en el pavimento frente al edificio —. ¿Confías en mí?

Asiente.

—No quiero irme, mami, por favor, dile que me deje —ahogo un sollozo.

Tengo incluso mocos resbalando de las fosas nasales, sudor, lágrimas, saliva, de todo.

—Esto es solo un juego, mi luz, mamá más tarde estará contigo, nos vamos a ganar un premio —termina de rompérseme la voz —. Mami irá contigo, te lo juro.

HOPE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora