Capítulo 8

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Mientras trabajo desde mi lugar como es costumbre, observo a las chicas moverse de aquí allá, atendiendo a esos hombres que se muestran complacidos con ellas, tiene ropa provocativa, maquillaje llamativo, se mueven con gracia, seguras de ellas mismas. Para aumentar el macho alfa que vive dentro de ellos, se muestran complacidas y felices por como las tratan y le meten manos delante de los demás, sonríen todo el tiempo, se muestran alegres, receptivas, aceptan sus cumplidos, ellas les ofrecen otros, inflan sus pechos egocéntricos.

Las admiro, las respeto, no todo lo que vez es como es, tienen que aguantar muchas veces sus fetiches asquerosos, morbosos, enfermos, ellas tienen todas; un motivo.

Desde mi lugar me imagino las escenas conmigo, tomando forma, usando ropa más provocativa de la que llevo y un maquillaje mucho más cargado.

Sacudo la cabeza, claro que no es lo mismo, Shayna, ahora mismo no estás en esos zapatos, aunque mis preocupaciones y problemas me hacen ver que es la única salida que tengo.

Peino mi cabello, es muy tarde de la madrugada ya, hoy estamos llenos, no como otros días donde casi no se pueden mover una por el gentío.

Me duelen los pies, tengo sueño y dolor de cabeza, quisiera estar con Hope entre mis brazos, velando sus sueños, pero sé que mi bebé comprende las ausencias de su madre.

He sido afortunada en encontrarme en dicho albergue, el trabajo que hago no es aceptable en una mujer que vive en una institución gubernamental, se ha mantenido oculto, aunque es un secreto a voces, los chicos se aseguran de que no salga.

—Merilyn me comentó la idea que te ha dado —aborda Hannah, sentándose toma un chupito de la bandeja. Es una mujer elegante, no como catalogan ahí fuera —. No te sientas presionada, Shayna, sin embargo, la opción no es nada descabellada.

Limpio la barra escuchándola, Merilyn y Hannah de todas las que trabajan aquí, son las más cercanas a mí. Cuando buscaba desesperada un lugar donde laboral, llorando tocando puertas porque nadie quería darle una oportunidad de empleo a quien no había terminado sus estudios universitarios y mucho menos a una mujer que casi recién estaba dando a luz, Hannah no dudó un segundo en ofrecerme la barra como empleo, primero ayudé con la limpieza del ligar por estar en lactancia y mi bebé con pocos meses de nacida, ha después cuando Hope estaba de un año que podía quedarse con otras personas, quise un ascenso por así decirle, si al principio un niño gasta mucho dinero uno con ellos, ya luego es más.

Reitero que, el estado manda según las demandas de cada albergue lo que se necesita, pero cuando hay niños, en especial muy pequeños, nunca es suficiente.

Ahora está la malformación en las córneas se Hope, estaba ligera de gastos, no tantos como en años anteriores, ahora es diferente, no alcanza nada.

—Para nada, Hannah —coincido, dejando la toalla, deslizo una botella para un cliente en esta, antes de centrarme en la madame —. Solo es, difícil, yo...

Tomo aire, expulsándolo lentamente como un flujo de agua constante.

—Lo sé, lo sé —pone una mano en mi hombro gin cariño —. Todas pasamos por esto, soñamos desde niñas en casarnos con el hombre ideal, vivir eso dé, eres el primero y él único, luego la realidad nos golpea, llevándonos a tomar decisiones como entregar tu cuerpo porque no hay otra salida, es tristemente doloroso.

Hay un nudo atorado en mi garganta, sigo sin decidir nada, sin embargo, el solo hecho de que ya de por si este pensándolo, genera esas sensaciones extrañas.

Esta no era la vida que yo quería.

—¿Cómo le haces para seguir sonriendo? ¿Cómo te conformaste?

HOPE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora