Estamos acorralada, hay un círculo de personas a nuestro alrededor, la seguridad del hospital no es suficiente, estoy contra la pared, el rostro dando allá, protegiendo a Hope que comienza a asustarse y llorar de la impresión, cosa que mi hija no puede hacer, Hope no puede llorar.
—¿Es usted la madre de la presunta hija de Thomas Murphy?
—¿Es cierto la paternidad de la niña?
—¿Quién es usted?
—¿Cuál es su nombre?
—¿Desde cuándo se conoce con el fiscal Thomas Murphy...?
Esas y muchas preguntas más retumban en el lugar, volviendo el momento más desesperante todavía, trato de buscar una salida, sin embargo, ni siquiera puedo inmutar palabra por el temor a que solo por eso descubran más de mí.
Esto tiene que ser una mala jugada del destino, de la vida, ponerme en esta situación es mala más con el pasado que cargo en mi espalda.
No se qué hacer, no les importa que la lluvia se vuelve más caudalosa, continúan acechándonos, preguntando, disparando flashes en todos los ángulos, tratando de obtener una fotografía de las dos, más una de la niña, de Hope que empieza a llorar realmente con sentimiento.
—Mi luz, respira, escucha a mami, no va a pasar nada, vamos a salir de aquí —susurro.
La algarabía se dispersa hacia otro ángulo, dejando a algunos siete periodistas centrados en nosotros, los mismo que nos acorralan, la oportunidad de salir es cada vez más propensa.
—Señor Murphy —pregunta alguien, entonces entiendo que ha llegado por arte de magia a donde estamos —. ¿Es la niña su hija?
—¿Quién es esta mujer?
—¿A caso usted no se encuentra en una relación con la señorita Margaret O'Ryan? La hija del juez que preside su escuadrón.
No atiendo a escuchar las preguntas, solo sé que el perfume de ese desgraciado llega a nosotras cubriéndonos con paraguas, dejando con esto más que contestadas las preguntas, nos está tachando, marcando como borregos, el gesto lo pueden tomar como algo tierno cuando en verdad detrás de un fiscal implacable hay una escoria de persona.
—Señores, por favor, silencio —pide, deteniéndose en medio de la algarabía, no hace el intento de descubrirnos los rostros, por el contrario, nos pasa una manta que tiene como maldito recordatorio su olor impregnado, rodeándonos como todo buen samaritano —. La niña es mi hija, la heredera del imperio Murphy, la señorita es la madre de mi hija y a su debido momento las presentaré, tengan por seguro que serán los primeros en enterarse, sobretodo quién es la madre de mi hija. Muchas gracias, no tengo nada más que decir.
Pero los periodistas no se callan, continúan cuestionando diversas preguntas que mueren solo ahí, porque un escuadrón de seguridad arma un círculo con camino permitiéndonos salir del lugar.
Thomas nunca será una persona de mi agrado, menos cuando entendí muy bien su estrategia, no obstante, me veo en la obligación de seguirlo para sacar a Hope de este lugar sin que se agote más.
Abordamos la camioneta personal del padre de mi hija, en lo que la misma comienza a desplazarse por la carretera, con rabia empujo la maldita fraza de encima de nosotras para revisar a mi bebé que tiene los ojos rojos.
Ante eso rápido bajo la mochila, busco las toallitas húmedas limpiándole el rostro, quitándole los lentes depósito dos gotas en cada ojo para que se limpien, esperando desesperada los próximos cinco minutos que se requieren a esperar, seguido depósito tres de la que tocan, ayudan a calmar la rojez, disminuir el flujo de sangre a las córneas, apaciguar la comezón, así Hope no se ve tentada a rascarse la vista.
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HOPE ©
General Fiction"Soñamos para tener esperanza. Dejar de soñar, bueno, eso es como decir que no se puede cambiar el destino" _ Amy Tan