Capítulo 26

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Pov Thomas

Mierdas y más mierdas desde que esa perra apareció en nuestras vidas, todo iba sobre ruedas, su llegada solo trajo consigo desgracias que ahora me mantienen todo el desgraciado día encerrado en el despacho intentando que nada salga a la luz como lo hizo padre años anteriores.

No deseo lidiar con la decepción de saberme mal visto ante los ojos de mi progenitor, me crio para esto, para ser un hijo de puta sin sentimientos y eso es lo que soy, a mí no va a importarme pasar por encima de todos los Murphy con tal de conseguir mis objetivos.

No atiendo a nadie más por hoy, me concentro en seguir indagando, tal parece que por ahora mis influencias están mermando solo un diez por ciento el cual nos mantiene en la cuerda floja, esto no puede salir a la luz o el honor y la reputación de la familia se verá en bocas de todos, una vez más.

Las maldigo, por putas.

Tomo el camino a casa con el interior de la parte trasera del vehículo rodeado de papeles, es un caso perdido ante los ojos de cualquiera, pero no es cualquiera quien intenta reabrirlo. Tiene influencias que no son tan buenas como las mías, nadie es mejor que los Murphy y eso deberían saberlo todos, sin embargo, debo reconocer que no todos los funcionarios están bajo mi control, por ahora.

Tengo a Tracy trabajando en ello junto al pelele de su marido, que sirva para algo más que para gastar el dinero de mi familia porque el cual no trabaja ni un segundo.

Reciben el abrigo, junto a las carpetas menos relevantes en lo que el resto de importancia las mantengo en el portafolios con seguridad.

Recibo una llamada, padre quiere vernos otra vez, se enteró del regreso de Charlie ese infierno el cual desearía nunca hubiera existido.

La rivalidad que mantengo con él ha aumentado desde aquella noche lluviosa. ¿Quién es para tener lo que yo? Nadie, no es mejor que yo por más que intente demostrarlo, yo soy el jefe, yo soy el mayor, a mí me obedecen y él es solo una vergüenza de la cual me gustaría deshacerme para siempre.

No doy fecha de cuándo podríamos ir, solo aseguro que iremos.

Llego a la sala de estar donde madre toma una taza de café, luce desmejorada y no oculto el malestar que me genera verla en ese estado, tiene los mejores maquilladores, estilistas a su disposición para que no luzca como una bandida.

—Termínate la taza de café y alistarse que vendrán a arreglarte, es una orden, ya no aguanto tu despreciable actitud —escupo, sin ocultar mi desprecio.

La estoy odiando en estos momentos, así que no me importa la rojez de sus ojos, así como el agua cristalina acumulada y retenida en los bordes por mi forma de ser y hablarle, soy esto y lo sabe.

—Soy tu madre, no me trates así, Thomas.

Alegato el cual solo causa una súbita risa en mí, una que carece de energía, así como diversión, es solo una burla a su patética expresión, necesito que entienda que el poco respeto que le tenía se perdió y ahora es solo un instrumento y una pieza más a mi candidatura.

—¿Crees que me importa? —inquiero, con mofa —. ¡Una mierda me importa! —se sobresalta, la taza de porcelana cae de sus dedos haciéndose añicos en el piso, manchándolo, también como la bata que trae encima, si se quemó ojalá la ayude para que despierte y comprenda la realidad —. ¡Todo es por tu culpa y comportarte como una zorra cualquiera! —exploto lo que quería decirle hace días, pero por estar ocupado con sus acciones no he podido.

Nadie interviene, todos saben lo que les conviene y sus sollozos me los paso en el culo, sin sentimientos porque a mí no me provocan nada.

—Thomas...

HOPE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora