Capítulo 32

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Regreso al interior de la casa con un dolor de cabeza agonizante, necesito mis medicinas urgentes, yo no puedo darme el lujo de tener un ataque de epilepsia en momentos tan difíciles como estos. Lo primero que hago es ir directamente por ese neceser e ingerirlo para recostar la cabeza solo un instante en las almohadas.

No desfallezcas, Shayna, hay mucho por hacer.

Es solo un momento en el que el zumbido pasa, los temblores se calman, el corazón vuelve a latir normal.

Es que le tengo mucho miedo a Thomas, a sus alcances, la falta de escrúpulos que tiene, de solo pensar que no sé cuál será su próxima jugada, a quien lastimará, tiemblo y no precisamente por mi enfermedad.

Tengo que calmarme, solo eso.

Espero al menos diez minutos, aturdida aún vuelvo a levantarme para quitarme los zapatos e ir a ver a Sophie, la pobre ha de estar lo suficientemente asustada, más con esos disparos.

Reviso el móvil y el que Dante tampoco responda aún, aumenta aquella desesperación, ¿Estará bien? ¿Le pasó algo o más bien le hicieron algo?

Convenciéndome de no rayar esta situación a la obsesión, tengo que saber que es un hombre muy ocupado.

No lo asfixies, Shayna, déjalo ser.

Las malas noticias son las que llegan más rápido.

-¿Estás bien? -una Sophie muy asustada, se haya sentada al borde de la cama.

El labio inferior le tiembla seguido, el llanto no cesa.

-Lo estoy, ya no pueden amedrentarme -aseguro.

Voy para ayudarla a volver a entrar los pies dentro de las sábanas y continúe descansando, necesita eso para sanar, tener energías y el cuerpo se relaje.

-Escuché disparos e imaginé lo peor -se sincera.

Con una toalla húmeda y delicada, limpio su rostro, dándole un beso en la frente.

-Tranquila, solo regresa a descansar, mi luz vendrá mañana, ya sabes que te agota -trato de aligerar el ambiente, el dolor de cabeza lo tengo, es solo que saco voluntad así empiecen a desmoronarme.

Se ve muy agotada, sus ojos piden cerrarse al tocar las almohadas.

-Lamento todo esto, yo no quiero que nadie salga lastimado por mi culpa, todo esto es mi culpa -susurra, adormilada.

Le han hecho mucho daño, cuando te hacen ese tipo de cosas tan aberrantes, te tratan como lo han hecho con Sophie, emplean también una tortura psicológica donde el repetirte que eres insignificante, que no sirves ni vales nada, donde la responsabilidad de todo lo malo la tienes tú, da este resultado, alguien que por el más mínimo movimiento se siente la responsable de todo.

Dejo que descanse, pasando al lado de Cirí pido que esté al pendiente de ella.

Bajo al despacho guardando el arma en la caja donde pertenece.

Aprendí a usarla hace un tiempo cuando Hope estaba muy pequeña, la pandilla opuesta a la de nosotros, quería atacar en todo momento, violentos, no importa si eres hombre o mujer, incluso niños, te atacarían, una guerra constante, era normal ver armas en los chicos porque estaban a la defensiva.

Nos enseñan un poco de defensa, aprendí a cargarlas y disparar, no es que tenga la mejor de las punterías, sin embargo, algo sé.

Uso la computadora para la reunión virtual con la abogada McMahon, es una mujer no tan adulta como se pensaría, quizá solo tenga cuarenta y dos años, su sabiduría es la de alguien que lleva más de esa edad por el mundo.

HOPE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora