Por más que llevo intentando no llorar se me es imposible retener todo lo que quiere salir por tiempo prolongado, simplemente la situación, las decisiones en las que me veo orillada sin salida, el hecho de ser tratada como alguien inferior a quien se puede mover al antojo de cualquiera, lástima y mucho.
—Se acaba el tiempo —presiona Thomas, manteniendo los dedos anclados por mis mejillas.
No mide las expresiones, tampoco como sin necesidad de levantarme la mano, maltrata, esto es violencia y me duele tanto o más que cualquier cosa el miedo que Hope desprende en estos momentos.
Los deditos anclados con todas las fuerzas posibles en mi pantalón, que esté tan pegada contra mí, transmite el temblor que avasalla en todo a mi hija.
—Shayna, escúchame, por favor, no te vayas con él, encontraremos una solución —insiste Tiffany.
No la hay, lo sé.
—Suéltame, ahora —demando.
La carne que se presiona contra los dientes, se maltrata hasta el punto que pruebo el sabor metálico de la sangre en mi paladar.
Dilata la tortura, el brillo intenso de la maldad centelleando en sus ojos, curva los labios en una sonrisa mezquina antes de soltarme.
Tomo una fuerte bocanada de aire, realizando una mueca en lo que muevo la quijada, los dientes, molesta y arde por dentro.
Sujeto bien a Hope contra mí, sigue escondida detrás, sin dejarse ver.
—Vámonos —señala la camioneta.
Presiono los pies en el pavimento, sin moverme un centímetro, inexpresiva espero que tenga una neurona la cual lo lleve a razonar.
—¿No me oíste? —inquiere —. Dije que suban a la camioneta —repite.
Encojo los hombros haciéndolo enojar, viene acortando la distancia en solo dos pasos, no bajo la cabeza ante la soberbia y autoridad que emana, alzo el mentón dispuesta a enfrentarlo como hasta ahora lo he hecho.
—Estas colmando mi paciencia —masculla, arrastrando los dientes.
Río, cínica por igual.
—¿A caso tienes? —indago con ironía y burla.
Una bofetada más sin manos, van cuatro que le doy con la palma y no estoy por gastar energía con sujetos como este.
Se agacha para quedar justo a la altura de mis ojos, bastante cerca, quiere intimidarme más, es un espectáculo que luego va a servirme.
—¿Quieres saber tan pronto mi límite? —no mueve un músculo como expresión, ni pestañea, ancla sus pupilas a las mías —. Vas a lamentar retarme, Shayna, yo no me mido con pocas cosas.
Pego mi frente a la suya, restregándola con ímpetu, se maltratan las dos pieles, suspiro relajada.
—Pareces un disco rayado repitiendo lo mismo —reviro fastidiada —. De aquí no me muevo hasta que mis amigos regresen.
No soy ninguna estúpida como para dar la espalda y dejar que solo regresen, ¿Y sino lo hacen? Es capaz de eso y mucho más, lo conozco poco, pero con lo que ya demuestra hace desconfiar hasta de la sombra que proyecta. Bien puede que sí lo hago, irme sin verlos con mis propios ojos, en cuanto estemos bajo el techo de su casa, hacer lo que quiera, hundirlos dejando a familias destrozadas y a mí y a Hope desamparadas.
—Bien puedes quedarte, yo me llevo a mi hija —refuta.
Yendo por Hope la jalo hacia a mí y antes que le ponga un dedo encima la tengo cargada rodeándome la cintura. Cómo todo bebé que no le gusta una persona se esconde en el huevo de mi cuello sin dejar la muñeca que trae en manos.
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HOPE ©
General Fiction"Soñamos para tener esperanza. Dejar de soñar, bueno, eso es como decir que no se puede cambiar el destino" _ Amy Tan