Es aquí el ejemplo de como la vida se te escapa de las manos como corriente de agua viva.
Me estoy sofocando por dentro con cada respiración forzada de mi parte, olvido el exterior, solo escucho el ruido de mi propio llanto contra su cuerpo inerte y sin moverse, sin vida.
—¡¿Por qué?!!¿Por qué me dejaste sin ti, Dante?! —estrujo esa carta contra mí pecho.
Tengo la cabeza sobre el suyo, él yace sobre mis piernas, tan hermoso, tan varonil, tan elegante, recuerdo las conversaciones hasta tarde, como se inventaba cualquier cosa para regalos, hacerme reír, las salidas y esa complicidad que nunca tuve con nadie.
Dejo escapar un grito de agonía, de dolor, de una tristeza que no va a parar. Es tan fácil verlo desde que es joven, puede casarse de nuevo, es joven y también adinerada, pero nadie pensará como me siento en realidad, nadie va a entender cuando digo que jamás en la vida encontraré otro amor así.
—¡No te di permiso de irte tan pronto! ¡¿Qué te dije, Dante?! ¡Te dije que quería a mi esposo por más tiempo y me fallaste...! —el hipo no me deja hablar, el dolor en el estómago sube hasta mi corazón, asfixiándome.
¿Cómo supero esto? Lo abrazo como si pudiera todavía sentirme, le prometí ser sus brazos, sus piernas, su voz, le juré que estaría para cuando no hablara y ahora trato de cumplir mi promesa y ninguna extremidad reacciona porque simplemente ya no está su calor.
—Mi señora...—Harold toma mis hombros alejándome.
—Quítate, Harold, nadie me va a separar de Dante —gruño, si es que puedo.
Si hablo estoy sin voz, si lo intento me ahogo con mi propio dolor.
—Por favor, señora...
Vuelve a tocarme y lo termino empujando, empuñando el buzo que lleva Dante puesto.
—Un momento más, Harold, déjame a mi esposo...
Lo jalo otra vez contra mis piernas, imagino que solo es una recaída, peino su cabello negro, el contorno de su barba.
Beso sus labios.
—Despertarás en un rato y voy a cocinarte una sopa muy deliciosa —comento, sigo besándolo.
—Señora Shayna —intercepta otra vez Harold.
—Solo está durmiendo, ¿Verdad, Harold? —distingo a mi mayordomo entre la nube de lágrimas —. Dime qué es así, por favor...—pido en un hilito de voz.
Harold se arrodilla a mi lado intentado quitármelo y forcejeo con él.
—Durmiendo o no, mi señora, el señor Dante todavía está respirando —se aparta las lágrimas de la cara.
Dicha información impacta todos mis sentidos.
Me giro tan pronto como puedo, con cuidado lo dejo en el pavimento, reviso el pulso y no lo siento, tampoco escucho su corazón.
—¡Me estás mintiendo! —sollozo, acusándolo.
Harold menea la cabeza en negación, señalando a un Cirí quien llora a mares, así como muchos vecinos a nuestro alrededor y Sophie quién está tan roja como un tomate.
—Vete por el oxígeno, ¡Rápido! Saquen una camioneta, no esperaremos a una ambulancia —ordena Harold, jalando mi muñeca pone de nuevo el metal de reloj que llevo y este levemente se empaña —. ¿Si ve? Mientras lloraba noté ese detalle, todavía hay esperanzas, mi señora, el señor Dante sigue con nosotros.
Para Sophie y para todos es un reanimador.
Vuelvo a moverlo con cuidado de no estropear mucho su cuello.
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HOPE ©
General Fiction"Soñamos para tener esperanza. Dejar de soñar, bueno, eso es como decir que no se puede cambiar el destino" _ Amy Tan