Capítulo 25

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Es vergonzoso para mí solo esperar sin hacer nada en lo que una enfermera se encarga de desconectar aparatos, sueros, máquinas y demás, dándome el espacio para un baño. Seguido cuando salgo pregunta si necesito ayuda para vestirme, a lo que niego, estoy bastante recuperada, pero también con la incógnita de que voy a ponerme. Tal vez hayan desechado lo que cargaba y no tengo nada a mano, ni móvil, dinero, nada.

Mis preguntas son respondidas cuando la amable mujer se aparta dejándome ver una bolsa de boutique, de esas que sabes sólo por el empalme lo de alta gama que es.

Espero diez minutos en los que Dante no aparece. Estamos comprometidos, nos casaremos lo antes posible, pero yo tengo vergüenza, desde mi independencia siempre me he comprado mis propias cosas.

No me queda de otra, tengo frío, el clima en los Ángeles sigue siendo lluvioso lo que empeora mi estado. Ahora solo tengo malos recuerdos de la lluvia.

Prefiero apurarme en vestirme con lo que hay, pantalones muy bonitos, de mi talla, de marca, así como esas botas que alguna vez quise tener pero que no podía porque había otras prioridades, suéter de cuello alto y abrigo de esos grandes y largos, estoy vestida de negro con color café y mi cabello apesta después de tantos días sin lavar, está grasoso, huele a medicamentos. Opto por medio amarrarlo decente en la cima de mi cabeza.

Tomo asiento en la cama tendida, debo esperar a que Dante regrese.

Él pagará la cuenta.

Tengo una deuda enorme con ese hermoso hombre, tanto de corazón como físicamente.

Miro la piedra gigante en mi dedo, aún continúo sin creer que en verdad yo vaya a casarme, que alguien me pidió matrimonio y está interesado en tener una vida conmigo. Es entonces cuando recuerdo el estado de salud de Dante, empezando a hacerme preguntas, está desahuciado lo que significa que las esperanza de vivir son nulas, pero, ¿Cuánto tiempo le queda?

Estoy ilusionado en parte de mis sentimientos, también lo quiero, sin embargo, extraño a mi hija y cada maldito segundo que paso sin ella es una herida más a mi corazón, llevo más de una semana sin verla, oírla, sin saber si está bien o no, lo que comienza a deteriorar mi corazón poco a poco, paso por paso.

Tengo tanto odio acumulado dentro, es una toxina de esas que no tienen control y mientras más avanza el trayecto, el tiempo y los instantes se expande dentro, más, siendo veraz, tenaz, letal.

Los odio, tanto, infinitamente.

Se volvió una meta desde que me arrojaron a la calle sin Hope, uno de ellos abusó dos veces de mí, él otro pretendía usarme de igual manera con la diferencia de que no me obligaría tal cual, no haría como el primero de romper la ropa, abofetearme, trazaría un camino mediante el cual yo no tuviera escapatoria.

La mayor de las hermanas jugó sucio por igual, ella y su marido. La que parecía tener palabra es solo un títere más quién alcahueta todo lo que hacen, y la única cuerda de esa familia necesita ser rescatada, es a la única que no le caerá el peso de mi odio e irá en el proceso de destruirlos y arrebatarles todo lo que me quitaron. Hope es mi todo, mi vida entera.

Gozan de lo que voy a quitarles.

El dinero de Hope no se los voy a dejar, no porque en verdad me importe tenerlo para mí, sino para darle la vida que mi hija se merece y para golpearlos donde más les duele.

De qué destrono a Thomas Murphy en sus aires de grandeza, lo destrono.

—¡Ya podemos irnos! —exclama Dante, entrando en lo que me muestra la carpeta de papeles.

Viene a besarme la frente, sonriendo con esa galantería y dulzura que me demuestra siempre.

Inhalo el aroma de su perfume.

HOPE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora