Capítulo 23

1.1K 168 26
                                    

Una situación lo suficientemente complicada debe ser esta para que se la pasen la noche entera gritando por todos los rincones de la casa, con regueros de papeles por doquier. Semblantes expectantes, leyendo todo minuciosamente, buscando en los archivos de los más viejos discos duros que tengan por ahí.

Hope se queda dormida con canciones infantiles, fue la única manera de hacerla distraerse de tanto alboroto.

Con un pijama largo, ajusto el amarre de la bata, saliendo para encontrarme a Sophie corriendo hacia una habitación.

—¿Sophie? —no me escucha.

Luce angustiada, apresurada dobla el pasillo y yo miro a todos lados para asegurarme de que no venga nadie y Hope esté bien sobre su cama.

Sigo el mismo camino de Sophie, la habitación está entreabierta, es la del final del pasillo, a los lados no hay puertas. Sutilmente empujo la madera hallando una habitación enorme, pero no es la decoración o el espacio lo que llama toda mi curiosidad, sino el estado deplorable de Diane.

Está sentada en la cama, pálida, sin color, no tiene maquillaje y parece que ha estado llorando lo suficiente para tener los ojos hinchados, rojos, el cabello desordenado, la ropa fuera de lugar, luce como si varias veces tiró de su cabellera.

—Mamá, por favor, reacciona —suplica Sophie.

Es la única de sus hermanos que llama a su madre por un apelativo nada formar y estricto y ni porque es más emotiva con Sophie, reacciona, por el contrario, sigue en la misma posición con la mirada perdida.

Sophie quiere medirle la presión, pero el aparato resbala de sus manos cayendo en picadas en un sonido sordo.

La jovencita está a punto de tener un ataque como la veo, tiembla hasta la última célula de su cuerpo, los dedos no pueden sostener casi el frasco de pastillas, agarrándose la cabeza como si le doliera mucho.

Salgo del lugar en donde estaba, no me importa que me descubran tachándome de ser una entrometida.

Solo tomo lo que se calló, hago a Sophie a un lado y empiezo a tomarle la presión a Diane, bien no se inmuta ni por los movimientos, Sophie sigue meciéndose en un rincón, luciendo como un pájaro asustado, inofensivo, lloroso.

¿Qué pasa? Todos están sumidos en sus propios problemas, asuntos, en esta casa solo ves a cada quien mirar por sus propios intereses, se creen gobernar el mundo, intachables, lo perfecto, pero quién vive en estabas cuatro paredes se da cuenta del verdadero infierno que es estar aquí.

Se respira un ambiente pesado, lleno de secretos, riñas y discordias, egos, maldad.

¿Qué es tan importante para que una familia así entre en apuros hasta tener este tipo de trances? Tiene que ser algo sumamente grave.

Decir que me dan lástima para que paren todo esto quien sea que quiera esclarecer los hechos, es mentira, me dan lástima ellos, por como son, por el papel, la venda, las mentiras, esa manera tan irreal de quererte tapar el sol con el dedo. Tarde o temprano quién escupe para arriba le cae la saliva en la cara.

—Se le está subiendo la presión —informo a Sophie, ella no me escucha tampoco, ida se mantiene mirando un punto fijo, hay gritos los cuales aquí arriba se escuchan y ya son las once de la noche. Tomo el medicamento con un vaso de agua para darle a la señora que apenas si abre los labios después que realizo todo un proceso, ella me ha decepcionado, pero no soy una mala persona, hago las cosas para estar bien conmigo misma y mi consciencia —. Venga recuéstese.

Hablarle es hacerlo a una pared, tomándola bajo los brazos, logro arrastrarla hasta estar acomodar en una cama enorme, bien pueden caber seis personas sin ningún problema.

HOPE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora