El resto de la navidad, fiestas festivas algunos vienen a visitarnos antes de la celebración de media noche, nosotros decidimos quedarnos en el hogar, los cuatro, comiendo palomitas con maratón de películas.
El fin de año y comienzo de año que hemos pasado. Música, sí, helado envés de bebidas alcohólicas, anécdotas, estrenar los regalos, tirarnos fotos en las diferentes partes de la casa.
Vivo en un sueño literalmente, una casa de un sueño, una hija de cuentos de hadas y un esposo como el príncipe ideal.
La normalidad nos topa con que Hope se acostumbró a dormir hasta tarde y el primer día de escuela como nuevo año, le toca a Dante sacarla de la cama, porque ni Yundo jugando con ella casi puede.
Volvemos al trabajo, yo tengo mis negocios, y si, puedo decir con orgullo, certeza, emoción, felicidad, que soy una mujer empresaria, madre, esposa, mentora, estoy orgullosa de mi misma y próximamente también seré abogada.
Mis papeles de la universidad están al día, simplemente hago una pausa en los estudios queriendo disfrutar de mi hogar, lo que nadie tiene que cuestionarme, recibiré a mi bebé, luego esperaré seis meses más antes de matricularme nuevamente.
Deseo lactarlo, fortalecerlo bien, que al yo ir a la universidad y él tenga que quedarse en casa con alguien más, esté fuerte. Se le dará una fórmula especial de bebés hasta que regreso de estudiar, mientras esté en casa, no probará fórmula sino seno. ¿Hasta cuándo? No lo sé, amamante a Hope hasta el año y cuatro meses.
Continúo trabajando hasta que ya es el tiempo de parar, los pies se están hinchado mucho, el peso del bebé en la espalda hace mellas, la nariz acaba de ancharse, significa estar alerta.
Ya llegó la etapa en la que debo intentar dormir sentada, mi angelito número dos, está bastante grande, el vientre lo tengo que hasta caminar bien ya duele.
Mi luz esparce un aceite para evitar las estrías, -ya tengo, primero por el embarazo de Hope y ahora por el pequeño, son las cicatrices más hermosas que tengo, las que no me avergüenzan y las que más amo -, y Dante acomoda otra almohada detrás de mí.
Tengo incluso calor, apenas estamos en febrero y este señorito tal parece que quiere salir pronto.
Llevo dos días con la alerta, yendo al médico y llamado seguido, bueno, Dante lo hace, tengo leves contracciones, pasan cada una o dos horas, sin llegar a dilatación.
Imagínense dos días sin hacer mucho esfuerzo, todo con cuidado, Dante trabaja desde casa en la computadora y la señorita Hope quisiera quedarse en casa todo el día, sin embargo, ella tiene responsabilidades por igual.
-¿Estás bien así? -pregunta por quinta vez mi esposo.
-Estoy bien, hermoso, deja de preocuparte que cuando ya vaya a salir, te aseguro que todos nos daremos cuenta.
Hope se emociona mucho por los bruscos movimientos de su hermanito, son tan fuertes que me saca quejidos, se dibujan sus pies, manitas.
Tiene la cabeza lista para salir, maltratándome los ovarios.
-Mami, papi, parece que le va a gustar mucho el fútbol, solo miren cómo se mueve -comenta Hope.
Sus ojos siguen siendo con colores diferentes a lo normal, lo que tuvo le originó el síndrome de Alejandría.
-Seguro que sí, mi luz, y va a jugar con todas tus pelotas -coincido, peinándole el cabello.
Esta hermosa, rosadita, aquellas mejillas dan ganas de comerlas a besos.
-Yo se las voy a prestar todas -sube a la cama, buscando mi lado, ama mucho estar así para sentir a su hermanito.
Nos quedamos así toda la noche, apenas voy al baño, todo lo hago en la cama, las contracciones siguen lo que me impide dormir incluso dan las dos de la mañana cuando continúo despierta.
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HOPE ©
General Fiction"Soñamos para tener esperanza. Dejar de soñar, bueno, eso es como decir que no se puede cambiar el destino" _ Amy Tan