Por enésima vez estoy colgando mi móvil, la mismas respuestas con diferentes palabras; se necesita personal con experiencia.
Aviento el periódico contra la pequeña mesa del albergue.
Trabajo por las noches en el burdel de una amiga, no me prostituyo o algo parecido, solo sirvo las mesas atendiendo las barras de bebida de vez en cuando. Últimamente trabajo más ahí que paseándome entre las personas.
Es un local frecuentado por personajes de la alta sociedad, esos que ves en revistas posando con sus esposas, una figura intachable, hablando de sus logros, los tantos de años casados, una familia feliz en resumen, lo ideal, el gran ejemplo sin saber que la mayoría de esos hombres frecuentan lugares como en los que trabajo.
No juzgo a ninguna mujer en esta vida por trabajar en ese tipo de negocios, ninguna está robando o haciendo lo mal hecho. Usan su cuerpo teniendo motivos, es mejor eso que robar o asesinar.
La mayoría ahí somos madres solteras, capaces de hacer lo que sea por nuestros hijos.
¿Qué no haría yo por mi pequeña Hope? Una respuesta simple, yo haría todo por Hope, soportaría lo que sea por ella.
Hope, es mi esperanza, es mi vida entera resumida en esa criatura de hermosos ojos grisáceos, los que observo cambiar a una tonalidad mas nublada.
Dejo de frustrarme por algo que no tiene solución.
Piden experiencia en las empresas a las cuales asistes para tener una oportunidad de trabajo, yo considero que ignoran el significado de esa palabra en cuanto al ámbito laboral.
Exigen experiencia, pero no dan oportunidades. Ideologías un tanto patéticas.
Dejo el periódico bajo la almohada, levanto mi cuerpo de la pequeña cama, arreglando el rinconcito mío y de Hope. Por mi puede ser el espacio más reducido en esta vida, si Hope está, es el paraíso.
La alarma suena.
Corro a buscar mi bolso ya viejo y desgastado, junto a mi suéter de segunda mano, saliendo al pasillo que nos lleva al patio. El lugar es amplio, tiene un espacio suficiente para las recreaciones de los niños.
Los niños de las mamás que estamos aquí, asisten a escuelas, guarderías, como cualquier otro.
Donde está Hope es cerca, no muy lejos, voy y vengo caminando, muchas veces cargo a mi pequeña sobre mi espalda, jugamos que soy su caballo, que ella va al galope sobre mí, claro está en el momento que no debo traer a los demás niños que estudian con mi hija.
Todas aquí nos ayudamos mutuamente, aportamos, el gobierno ayuda lo suficiente al albergue, nos manda comida, techo, trata de que las pinturas sean renovadas de vez en cuando, cosas para niños, pero nunca es suficiente por así decir, nuestros hijos requieren de muchas cosas, sus alimentación es vital, nos facilitan incluso útiles escolares, sin embargo, solo las madres sabemos cuánto necesitan nuestros hijos.
Hoy tengo una sorpresa para Hope.
Me costó mucho hacer un hueco en nuestros gastos, lo poco que le doy Theressa, ella no lo acepta, he encontrado muchas veces el dinero devuelta a mi cartera sin darme cuenta.
Cuando salgo por las noches a trabajar, sin saber hora de llegada, Theressa y sus hijas con quienes comparto habitación, cuidan de mi hija, es algo que no tengo como pagar y agradecer.
—Espera Shayna, nosotras iremos contigo, hoy tenemos tiempo para ir por nuestros pequeños —me detengo a esperar a Camille, viene hacia mi teniéndome una menta.
—Gracias, ¿Dónde están las demás? —quito la envoltura llevando el dulce a mi boca.
Sandía, me encanta.
ESTÁS LEYENDO
HOPE ©
General Fiction"Soñamos para tener esperanza. Dejar de soñar, bueno, eso es como decir que no se puede cambiar el destino" _ Amy Tan