Capítulo 3

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Solo faltan tres minutos para las tres de la mañana, tal parece que cerraremos ya cuando esté el sol, cada vez hay más hombres en el local, otros están tan borrachos que se han quedado dormidos en el asiento.

Llevo cinco horas de pie, los tacones me molestan, sin embargo, a medida que el tiempo avanza me voy acostumbrando a ellos, ignorando su existencia.

— ¡Shayna! —alguien chilla a mi lado, parpadeo —. ¡Te estoy llamando hace rato amiga!

Enfoco mejor, término de preparar los chupitos que otra de mis compañeras llevará a una mesa. Ahora estoy en la barra de bebida.

—Lo siento, Merilyn, no te escuché —admito avergonzada.

Ando tan distraída.

—No me di cuenta —se burla —. Estás haciendo todo como una autónoma, ¿qué te sucede?

Apartó el cabello de mi cara, saco una botella de tequila para preparar el próximo pedido.

—Hope está enferma —me limito a responder, el cansancio ya me hace mellas.

Merilyn recoge su cabello alborotado. La chica acaba de salir por lo que deduzco de una habitación. Se perdió por largo rato con un político.

— ¡Rayos Shayna! —espeta preocupada —. Debiste llamar para no venir o avisar que te ibas temprano, así estuvieras con ella hace rato.

Vierto el líquido cristalino en tres vasos pequeños para deslizarlos en la barra donde tres chicos me piden. La botella de tequila la acomodo en medio de una bandeja con seis vasos y tres limones partidos, el recipiente de sal.

—Necesito el dinero, Merilyn, mi corazón late fuerte y la preocupación está ahí, pero debo trabajar precisamente por mi bebé —justifico.

Merilyn rodea mis hombros con sus brazos.

—Ay amiga, yo mejor que nadie te entiendo, yo también quisiera estar con mis hijos —se sincera —. Mañana la mayor tiene un reconocimiento como mérito. Cuando me llevan esto a casa, se que todo el sacrificio vale la pena, así se que Hope entenderá el día que comprenda tu ausencia.

Merilyn es madre de tres niños, la mayor de quince años y los otros dos varones, de diez y ocho.

Sus padres son la descripción de te vi y te fuiste.

Hijos de...

—Felicita a esa campeona —digo entusiasmada —. Es tan guerrera como tú.

Merilyn le resta importancia sacudiendo su pelo.

—Lo haré —asegura —. Llamaré a la madame para explicarle tu situación, así te vas temprano.

Empieza a alejarse.

— ¡Hey! ¡No Merilyn! ¡No quiero molestarla!

Pero ella ya se está alejando contoneando su gran trasero.

— ¡Muñeca! ¡Sírveme un vino seco! —alguien chasquea los dedos frente a mi cara.

—Ahora mismo, disculpa —dejo de mirar por donde se ha ido, para seguir trabajando.

El joven chico me da cinco dólares de propina.

—Podrías darte más si fuéramos arriba —sugiere.

Arriba están las habitaciones donde se atienden a los clientes.

Inspecciono al chico frente a mí, es guapo y lo he visto ya en más de una ocasión.

—Te he visto varias veces y en esas veces me has propuesto lo mismo, ya sabes la respuesta —reviro tranquila.

Me deslizo al otro extremo, tomando más pedidos.

HOPE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora