XII.

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Flashback

—¿Por qué Sebastián sufre de ansiedad?
—¿Por qué? Solo tenía 19 años cuando su padre murió, y a esa edad, tomó el control de la empresa, sacando la adelante siendo tan joven, así que él no estudió arquitectura, lo que sabe lo aprendió por su hermano mayor Mauricio.
—Entonces, ¿qué fue lo que estudió en la universidad?
—El podría ser profesor de universidad si él asi lo quisiera.
—No lo sabía.

—Así que cuidado amiga, que tal si un día se presenta en tu
universidad para darte clases.

—¡JAJAJAJA! —No lo creo amiga, él no podría hacer eso,
además que mi profesora nunca dejaría su puesto.
—Está bien, solo es una broma.
Fin del Flashback

—Señorita Amalia: ¿Le pasa algo? —Esta usted pálida y está sudando, cuando el clima está muy frío.
—No es nada directora, solo me siento un poco mal, por que
ayer me dormí muy tarde haciendo la tarea.
—Usted ya conoce lo aplicada que es Amalia, usted ya revisó su proyecto Sebastián.
—Claro creo que es una chica muy lista —Dice mientras no me
quita la vista de encima, imbécil.
—Mira amiga, está rico y por cierto, él no es el pollo frito que
vimos afuera del restaurante.

—Si Larissa, pero al menos disimula, estas babeando por el.
—Hay amiga, mira, es un manjar, un dios griego.

Durante la clase el pervertido, no me quita la mirada de encima, siento sus ojos todo el tiempo sobre mi, me siento
tan incómoda.

Hasta que es hora de irnos, y yo quiero ser la primera en salir, pero su estúpida voz me detiene.
—Señorita Ramos, no tan de prisa, quiero hablar con usted de
su tarea.

—Si tiene algo malo, “Profeso Ramsés” Entonces solo bájeme la nota y ya está.

Y salgo muy molesta al baño de la universidad, necesito tomar agua y hacer una llamada. Pero mi celular lo dejé en el salón, espero que aún haya alguien. Pero no, todos corren para irse rápido, en serio nadie le
interesa la universidad.

Y ahí está él, sentado en el escritorio revisando mi tarea.
—Amalia, sabes algo.
—No sabes como me muero por saber.
—Entonces te diré, tu tarea es perfecta, solo que cuando le des copia a la rubia tonta, también dile que no repita tu
nombre.

—La estúpida de Larissa ¿hizo que? —Digo mientras me acerco a él, para ver.
—Donde dime, Sebastián.
—Solo quería tenerte cerca Amalia.
—Intento irme, pero me tomó de la mano —Déjame ir.
—Solo dame un beso y te dejo ir.
—Solo un beso.

—Si lo prometo, pero siéntete en mis piernas. —También te daré esto —Dice con mi celular en la otra mano.

—Solo dámelo, imbécil y pervertido.
—Entonces yo me quedo con tu celular y te enviaré con la directora, a ti y a Larissa por copiar la tarea, eso no está
permitido en esta universidad.

—Está bien, lo haré rápido.
Me siento en sus piernas con las mías a cada lado.
—¿Qué diablos te pasa, cuál es tu problema?
El ya tiene una enorme erección.
—Lo siento Amalia, mi pene te reconoce desde lo lejos.
Me acerco y le doy un beso rápido en los labios.
—Ese no es el trato Amalia, tiene que ser de lengua.
—Tu no dijiste ¿cómo? El beso.
—Pero como no quieres tu celular, entonces yo puedo cuidarlo
por ti.
—Está bien.

Comienzo a besarlo, como aquella noche, siento su lengua, es un beso apasionado, y sin darme cuenta, me estoy moviendo sobre su erección, esto se siente rico, el me toma de la cintura
y me pega más a su cuerpo, yo tomo su cuello, mientras lo sigo besando, sus labios son suaves, su lengua es adicción y es exquisita, este se supone que sería un simple beso, pero ninguno de los dos quiere despegar sus labios, me cuesta
seguirlo, pero lo intento, la comisura de mis labios, duele un poco.

TAN SOLO UNA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora