LII.

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Amalia...

En el auto pude escuchar todo, sé que mi padre, y Sebastián son mejores amigos, por esa razón no puedo culpar a
Sebastián por saber la verdad.

Me siento realmente agotada, espero a que Evelyn nos deje solos, cuando ella se va del apartamento me siento en la
cama, espero a que Sebastián venga a la habitación, sé que él está muy preocupado por mí.

Sebastián me observa muy sorprendido, él se ve realmente feliz.

—No te preocupes, sé que tú sabías la verdad, no estoy molesta, ven aquí, mi amor —le digo mientras extiendo mis
brazos, para darle un fuerte abrazo.

Sebastián se acerca muy rápido, se sienta en la cama, yo me siento en sus piernas para estar más cómoda, y le doy un fuerte abrazo.

—Me siento triste, siento que lo estoy arruinando todo —me dice con lágrimas en sus ojos.

Esto me parte el corazón, tomo su rostro entre mis manos, yo soy la que se siente culpable.

—No digas eso, tú no estás arruinando nada, son las personas que están cerca de nosotros las que nos están arruinando la vida.

—Desde que yo aparecí en tu vida, has tenido muchos problemas, además de las cosas por las que yo te hice pasar,
nunca me voy a perdonar lo que te hice esta mañana —me dice.

—Sebastián, que tú aparecieras en mi vida, fue lo mejor que pudo haber pasado, además tú no tienes la culpa de mis problemas, mi familia tiene la culpa, no te preocupes, estoy realmente feliz porque me voy a casar con el amor de mi vida.

Creo que mi pequeño discurso le levanto el ánimo, él me sonríe mientras me da un beso, después otro fuerte abrazo.

—Últimamente me siento raro, me siento triste, tengo muchos antojos y también me siento cansado, tengo que ir al doctor — me dice Sebastián muy preocupado.

Sé perfectamente lo que está pasando, Evelyn lleva el control de mi método anticonceptivo, pero lo cambié a la píldora, y olvidé tomarla por dos días, sé perfectamente lo que puede estar pasando, pero tengo que estar segura.

—No te preocupes, mi futuro esposo, yo te voy a cuidar mucho, y también te voy a dar muchos besos y abrazos —le digo mientras beso sus labios.

—Quiero comer papas, y también palomitas de maíz, y también mucha gaseosa —me dice Sebastián.

—Está bien, iré a pedir la comida, tú espérame —le digo, pero él me toma de la mano.

—No de bayas, después yo pediré la comida, quédate un momento conmigo, por favor.

—No te puedo decir que no, está bien, también tengo un poco de sueño, podemos dormir un momento —le digo mientras me acomodo en la cama.

Este momento es perfecto, el clima está un poco frío, Sebastián me abraza por la espalda, en sus brazos me siento
realmente protegida.

Pero también en sus brazos me siento excitada, sé que Sebastián ahora puede controlarse, ojalá yo pudiera hacer lo
mismo, pero no puedo.

Me levanto y me subo sobre él.
—Sebastián, te deseo ahora, por favor hazme el amor en este momento.

Sebastián me observa sorprendido, sé que no se esperaba que le dijera eso, tan solo en unos segundos, ha alcanzado
una gran erección que puedo sentir entre mis piernas, esto hace que me moje aún más, como si eso fuese posible.

—Lo que mi hermosa y futura esposa pida, son órdenes para mí —me dice mientras me toma de la cintura.

TAN SOLO UNA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora