XLIII.

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MARATÓN 4/5.

Entro a la habitación. Sebastián esta a punto de ponerse una camisa.

—¡No te la pongas! Quédate así —le digo.

Pongo mis manos en su pecho, y lo empujo hasta llegar a la cama. Él cae sobre la cama, me quito las bragas y las arrojó al piso, bajo el pantalón de Sebastián, después me subo sobre él, con mis piernas a cada lado.

No quiero quitarme toda la ropa, esto solo será sexo rápido para calmarme, levantó mi falda y tomo con mi mano el
miembro de Sebastián y lo introduzco en mi sexo.

Sebastián agarra mis nalgas, mientras yo me muevo lentamente, pero quiero sentirlo más cerca.

—Sebastián, abrázame por favor, quiero tenerte cerca —le digo y él se sienta.

Abrazo su espalda, Sebastián besa mi cuello, después con su mano acaricia uno de mis pezones.

Me empiezo a mover más rápido, siento que Sebastián esta a  punto de acabar, yo también estoy a punto de tener un
orgasmo.

Sebastián se levanta, conmigo en sus brazos, por un momento pensé que me acostaría sobre la cama, pero él no lo
hace.

Me continuó moviendo sobre su miembro, estando aún de pie, un escalofrío recorre por completo mi cuerpo, mi abdomen se contrae, me vengo en un fuerte orgasmo, Sebastián acaba unos segundos después.

Él me acuesta sobre la cama, mientras me continúa besando.
—Te amo, y quiero que siempre estemos juntos —me dice con la respiración agitada.

—Yo también quiero lo mismo, estar siempre contigo —le digo.

Descansamos un momento, después bajamos para comer.

Bajamos a la sala para comer, pero Evelyn está comiendo como si no hubiera un mañana.

—¡Vamos a comer! —dice Evelyn.

—Pero estás devorando todo —le digo.

—¿Qué querías?, tus gemidos de placer se escuchaban por toda la casa, tenía que pensar en otra cosa, ten piedad de mí, sabes que estoy soltera y eso es muy triste —me dice mientras continúa comiendo.

—Está bien, lo siento amiga, eres realmente hermosa pronto encontrarás a alguien, no te preocupes por eso —le digo.

Evelyn tiene razón, quizá fui un poco insensible, no debí dejarla sola en la sala, y lo peor de todo, mientras yo tenía sexo, tengo que intentar calmarme.

—No te preocupes, aquí yo soy la que sobra, ustedes son una pareja —me dice Evelyn.

—No digas eso, tú eres parte de nosotros —. Le dice Sebastián.

—Eso no importa, tienen que comer para recuperar fuerzas — dice Evelyn mientras me pasa una hamburguesa.

Después de comer y ver una película todos juntos, Evelyn dice que se tiene que ir a su casa. El tiempo se ha ido volando.

—Te dejaremos en tu casa, no quiero que tomes un taxi, son casi las once de la noche —. Le digo a Evelyn.

—No te preocupes, puedo cuidarme sola tomaré un taxi, tú quédate y disfruta a tu novio —me dice.

—Claro que no, te llevaremos a tu casa, y no quiero más excusas —le dice Sebastián.

—Bueno, está bien, si tanto insisten llévenme a casa —dice Evelyn.

Sebastián toma las llaves de su auto, bajamos por el elevador hasta llegar al parking del edificio.

Subimos al auto, yo me siento al lado de Evelyn, ella es como una hermana, durante el camino ella me abraza.

TAN SOLO UNA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora