XLII.

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MARATÓN 3/5.

—Te amo, pero me dio hambre, vamos a comer y después terminamos lo que empezamos —me dice.

—Está bien, vamos a comer y después nos podemos ir a casa, ¿por qué trabajas? Eres millonario —le reclamo.

—Quieres que deje de trabajar, para pasar contigo todo el tiempo —me dice mientras me abraza.

—Sí, quiero que dejes de trabajar, y que solo pases todo el tiempo conmigo —le digo y él me sonríe.

—Está bien, pasaré solo contigo todo el tiempo, pero te podrías aburrir de mí —me dice.

—Eso nunca pasará, y quiero una hamburguesa grande con papas, y una soda grande también —me lo compras.

—Para el amor de mi vida, todo lo que pida —me dice.

Sebastián me toma de la mano, caminamos por el pasillo hasta llegar al ascensor, después bajamos del ascensor, y caminamos hasta llegar al parking, subimos al auto, me coloco el cinturón de seguridad.

—Entonces, podemos ir a comprar la comida, y después vamos a casa —me dice Sebastián.

—Dijimos que iríamos a casa de mamá, tú tienes que hablar con Mario, pero podemos ir mañana, ahora solo te quiero tener solo para mí, pero mañana sin falta vamos —le digo.

—Gracias, amor, mañana te prometo que iremos, hablaré con Mario —me dice mientras besa mi mano.

Otra vez creo que me puse roja, no se lo que me pasa, últimamente me comporto un poco rara espero que esto sea normal, tengo que hablar con Evelyn, la extraño mucho y ella también puede ayudarme.

—Regreso en un momento —me dice Sebastián.

Sebastián baja para poner combustible, pero una empleada llega para ayudarle, ella le está coqueteando de la manera
más descarada.

Me bajo del auto, quiero que ella vea que tiene novia.
—Mi amor, date prisa me siento cansada, quiero que vayamos a casa —le digo y la mujer deja de coquetearle.

Cuando la mujer se va, subo otra vez al auto, ahora la tranquilidad vuelve a mi vida. Pero, ¿qué es lo que estoy
haciendo? No quiero ser de ese tipo de novias, me urge una terapia de Evelyn.

Sebastián sube al auto.
—Ahora sí, vamos por las hamburguesas —me dice.

—Sebastián, te pido disculpas no quise actuar así, pero últimamente me siento rara, me siento muy molesta cuando
otra mujer se acerca a ti —le explico, pero él me sonríe.

—No te preocupes, yo actuaría de la misma forma, sabes que soy un celoso de lo peor, no te preocupes además, eso me demuestra que te importo —me dice.

—Pero me siento mal, cuando lo hago no quiero que pienses que desconfió de ti, desconfió de ellas.

—No te preocupes por eso, yo te amo y tú también me amas, no te preocupes por nada —me dice mientras acaricia mi mejilla.

—Sebastián, este no es el camino correcto, ¿a dónde vamos?

—Es una sorpresa —me dice.

A lo lejos puedo ver a Evelyn, ella sube al asiento de atrás, siento que voy a llorar de la emoción.

—Cámbiate de asiento —me dice Sebastián.

—¿No te molesta? —le pregunto.

—Claro que no, puedes sentarte con ella —me dice.

Me cambio de asiento, y le doy un fuerte abrazo a Evelyn.
—Amalia, estás realmente hermosa, tienes un brillo en tus ojos impresionante —me dice Evelyn.

—Gracias, amiga te extrañé mucho —le digo.

—Yo también, y todo por culpa de Sebastián, si él no estuviera, tú estarías siempre conmigo —me dice Evelyn muy triste.

—Tienes razón, te prometo pasar más tiempo contigo, tú eres mi hermana, mi mejor amiga, psicóloga y como una madre para mí —le digo y ella me da otro abrazo.

Llegamos a un lugar para comprar las hamburguesas.
—Regreso en un momento —dice Sebastián.

Evelyn y yo nos quedamos solas en el auto, tengo que aprovechar y preguntarle algunas cosas.

—Evelyn, quiero hablar contigo de algo —le digo.

—Claro, podemos hablar —me dice Evelyn.

—No sé cómo explicarlo, pero últimamente me he sentido un poco rara, bueno no es un poco, es mucho, me siento excitada todo el tiempo y celosa, además cuando Sebastián me dice o hace algo lindo. Mi cara se pone roja, hasta el punto que parezco un tomate.

—No te preocupes, Amalia estás actuando normal, como debías haber actuado antes, no te sientas así, eso es bueno, mis terapias han funcionado y el que Sebastián apareciera en tu vida, es lo mejor que te pudo pasar.

—Nunca pensé, sentir lo que siento —le digo.

—Sebastián saca todo de ti, enojo, amor, placer y muchos celos, eso quiere decir que estás curada, no te preocupes, lo
que tú sientes es algo completamente normal, todas las mujeres enamoradas pasamos por eso —me dice Evelyn.

Las palabras de Evelyn, hacen que me sienta más tranquila, ahora sé que es por que me estoy curando de mi bloqueo emocional.

—Gracias, eres la mejor amiga del mundo, ¿comerás con nosotros? —le pregunto.

—Claro que si amiga, yo también quiero hamburguesas, estoy  muerta de hambre.

—¡Aquí está la comida! —dice Sebastián, mientras entra al auto.

—Dame las bolsas, las llevo yo —dice Evelyn.

—No, sé cómo eres Evelyn, en la universidad me decías lo mismo, y te comías todo antes de tiempo —le dice Sebastián.

Llegamos al apartamento de Sebastián.
Evelyn y yo nos sentamos en el sofá de la sala.

—¿Quién servirá la comida? —me pregunta Evelyn.

—No te preocupes, Sebastián lo hará —le digo y ella se sorprende.

—Sebastián dijo que él nunca le serviría a ninguna mujer, ¿contigo lo hace?

—Claro que si, ¿quieres ver? —le pregunto.

—¡Si! Quiero ver —dice muy emocionada.

—Sebastián, sirve la comida —le digo.

—¡En este momento voy, mi amor! —me dice desde la habitación.

—¡No lo puedo creer! Domaste a la bestia —me dice muy sorprendida.

—Pero eso no quiere decir que me aproveche, vamos a servir la comida nosotras —le digo.

—Amiga, no es justo, podemos explotar a Sebastián, ¿por qué lo tenemos que hacer nosotras? —reniega Evelyn

—Porque es mi novio, no mi sirviente —le digo.

—Bueno, está bien amiga, lo que tú digas —me dice Evelyn.

Servimos la comida, y después Evelyn busca una película para ver todos juntos.
—¿Qué te parece esa? —me pregunta.

—Esa está bien, lo que importa es que la veamos todos juntos —le digo.

—Amor, no hagas eso —me dice Sebastián.

Pero Sebastián sale en pantalón sin camisa, se me hace agua la boca.
—Amalia está en celo, ponte una camisa —dice Evelyn.

—¿En celo? Que crees que soy, un animal —le digo y Sebastián se ríe.

—No te rías, y ponte una camisa —le digo.

—Está bien, me pondré una camisa —me dice Sebastián.

—Amalia, no te preocupes, él es tu novio y sé que te mueres por ir tras él, puedes hacerlo yo los espero —me dice Evelyn.

—Gracias, amiga eres la mejor —le digo.

TAN SOLO UNA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora