XVI.

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—Veo que tú también —dice Sebastián— sin mostrarle
importancia al hombre.
—Usted hermosa mujer ¿quiere comer conmigo? Yo estoy solo
—dice— mientras me extiende su mano.

Yo tomo su mano, este hombre es realmente hermoso.
—Claro que lo acompaño, es usted muy amable —digo
mientras me levanto de mi silla.
—Yo soy tu jefe Amalia, no puedes irte con él —me reclama
Sebastián muy molesto.
—Mi jefe, en la empresa de mi padre que pronto será mía, no
me hagas reír, además quiero comer con este hombre guapo,
y te dejo con tus compañías —Le digo y me voy con el hombre
de ojos verdes.
Me siento en una mesa que está un poco lejos de la de
Sebastián, pero siento su intensa mirada sobre mi.
—¿Cuál es su nombre? Hermosa mujer —me pregunta
mientras me siento.

—Soy Amalia es un placer conocerlo.
—El placer es todo mío, y me llamo Ulises Carrillo, y no me
digas de usted, sé que soy un viejo, pero solo dime Ulises.
—Te decía de usted Ulises, no por su edad, lo hago por
respeto, ¿Cuántos años tienes?

—Tengo 34 años y tu Amalia.
—Tengo 19 años, y tú no estás viejo, y pensé que tenías
menos edad.

—Gracias por el cumplido, trato de mantenerme en forma,
pero no quiero hablar de mi, solo respóndeme algo, ¿Cómo
una mujer tan hermosa está con ese inútil?
—Conoces a Raúl Ramos.

—Claro lo conozco desde la universidad, es mi amigo,
pensaba visitarlo hoy.
—En este momento está de viaje, pero puedes darme tu
número, y yo me comunico contigo, cuando él vuelva.
—Claro —me dice.

Mientras él guarda su número en mi celular, volteó a ver a
Sebastián, esta rojo de ira, no entiendo ¿Por qué le cae tan
mal Ulises? Es un hombre realmente guapo, que digo guapo,
es un dios griego.
—Toma ya tienes mi número en tu celular —me dice, mientras
me devuelve mi celular.

Volteó a ver a Sebastián, y él y una de las mujeres se están
besando, siento latir muy fuerte mi corazón, y me siento
realmente molesta.

—Que te parece, si nos vamos a un lugar mas privado Ulises.
—Claro, con una mujer joven y hermosa como tú, puedo ir a
cualquier lugar —me dice mientras muerde su labio inferior.
—Entonces vamos —Le digo mientras me levanto y salgo con
él.

Sé que Sebastián me observa muy molesto, mientras paso
frente a su mesa con Ulises y yo lo agarro del brazo.
Cuando llegamos a su auto, antes de entrar, él me toma de la
cintura y me besa, yo le sigo el beso, no me disgusta para
nada.

—¡Suéltala ella es mía maldito imbécil! —Dice Sebastián
mientras le da un fuerte golpe en la boca a Ulises.
Después de que Sebastián golpeó a Ulises y le rompió el labio,
me toma del brazo y me lleva a la fuerza a su auto, y hace que
me suba y después sube el y le pone seguro a la puerta, yo
estoy en shock, hasta que reacciono.
—¿Qué te pasa si eres un maldito loco? —Le grito muy
molesta.

—No quiero que estés con alguien más que no sea yo Amalia
que no lo entiendes —me dice mientras arranca el auto.
—Yo nunca estaré con alguien como tú, solo me quieres para
cogerme como tú dices y después botarme como lo haces
con todas las demás.

—No, Amalia, tú no eres como todas las demás, entiendes.
—Eso dices ahora, después de que me quites la virginidad, tú
te irás.

—Todas las mujeres quieren amor. Amalia, tú sabes que yo no
busco eso.

—Por esa razón Sebastián es que no te daría nada ni mi
amistad.

El estaciona el auto, a la orilla de la carretera, me da un poco
de miedo, el pollo frito, no está muy bien de la cabeza que
digamos, se queda en silencio un momento con sus manos en

TAN SOLO UNA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora