No Te Me Quites De Acá 0.2

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Eduardo.

Llegamos al restaurante, muy elegante, por suerte fui vestido algo formal, a decir verdad nunca vi a Gonzalo tan elegante y maduro, siempre está jugando bromas y diciendo cada pendejada, pero, siempre te saca una sonrisa, quieras, o no.

—Muy buenas noches caballeros, les puedo ayudar en algo—cuando llegamos nos atendió un señor, de 45 años aproximadamente, lo que pude calcular.

—Si, tengo una reservación—dijo Gonzalo sacando un papel de su saco y procedió a entregárselo al señor que nos estaba atendiendo.

—Okey, siganme los guiaré a su mesa—así es como entramos al lugar y nos sentamos en aquella mesa, era solo para dos personas, y muy detallada, blanco con turquesa, era diferente a todas las demás, me encanto—en un momento les traerán su comida, con su permiso me, retiro—

—Muchas gracias—así fue como Gonzalo se despidió del señor y este se retiró, ahora llegó el silencio, se apoderó de nuestra mesa.

No sabía qué decir, estaba muy nervioso por lo que vaya a pasar esta noche, estaba demasiado ansioso. Gonzalo lo noto, solo estaba con la cabeza agachada, y jugaba con mis dedos, así hasta que decidió romper el hielo.

—Como has estado Lalito, tiene mucho que no hablamos, siempre estamos de un lado a otro, y rara vez nos cruzamos en el cuarto—ahora que lo pienso tienes razón, pero de nuevo ese “Lalito” se me quedó en la cabeza, pero ahora sentí como me puse mucho más nervioso al escuchar eso.

—Pu...pues bien gracias, este, si ya casi no nos vemos…—dije riendo al final, la verdad deseaba que no fuera así toda la noche.

Seguimos hablando como por 20 minutos, luego llegó la comida, llegó con una charola y un pequeño domo tapando el plato, aún no sabía que era, tenía mucha curiosidad, Gonzalo me miraba con una mirada de nerviosismo pero a la vez intriga.

—Aquí está su comida, jóvenes—cuando destapó la charola, mi boca se hizo agua, mi comida favorita, espagueti frío con una pechuga empanizada, nos trajeron una jarra de agua de piña colada, me sorprendió que en este lugar sirvieran este tipo de comida—el menú fue especialmente pedido por su cita joven, espero que lo disfrute—así fue como se retiró el mesero.

—Entonces, ¿tú pediste esta comida?—dije mirando a Gonzalo con mucha curiosidad sin borrar mi sonrisa de mi rostro.

—Aparte de eso hay algo más, pero primero prueba la comida—después de eso no lo dude por un segundo, cuando corte la pechuga tenia queso derretido adentro, lo probé con un poco de espagueti, la verdad estaba delicioso.

—Ha! Esta delicioso, me encanto—dije terminando de comer mi bocado, cuando Gonzalo se sonrojo y soltó una pequeña risa.

—Bueno, la comida la hice yo, como el restaurante no manejaba este menú, tuve que traer la comida, por eso me hicieron un descuento—dijo guiñandome un ojo, la verdad cocina increíble.

—Nunca me cansaría de esta comida, te quedó deliciosa Ari, ya puedes casarte—Gonzalo se me quedó viendo con una mirada extraña, cuando por fin habló.

—¿A qué te refieres por casarme?—

—Ya sabes, cuando a alguien le queda la comida deliciosa así se les dice para alabar su trabajo, te lo explico así para que entiendas, ¿apoco nunca lo habías escuchado?—

—Nop, no lo había escuchado, quizás por que no soy de aquí, entonces...—

Casi me ahogo cuando dijo eso, se levantó rápidamente para ayudarme, pero no fue nada grave, solo me tomó por sorpresa—¿No eres de México? —

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