No Te Me Quites De Acá 0.3

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Eduardo.

Después de que Gonzalo me pidiera una oportunidad de un mes, nos quedamos esperando en un pequeño quiosco del parque a esperar a que bajara la tormenta, Gonzalo me estaba platicando sobre su graduación pero perdí la plática cuando escuche unos chillidos de un pequeño cachorro.

—Así que por eso no pienso.....—

—Silencio Gonzalo, solo un momento, escuchaste eso—lo interrumpí para asegurarme de lo que había escuchado.

—Si sólo escucho las gotas cuando chocan con el suelo, ¿¡¡para eso me interrumpiste!!?—

—No eso no, el chillido—solo me observó con una cara de confusión, me levante del suelo para ir a unos arbustos cerca del lugar, encontré una caja de cartón húmeda por la lluvia, aun no dejaba de llover, así que decidí abrirla y me encontré con un pequeño cachorro de color cafe con negro.

—Creo que sería mejor dejarlo ahí, ¡¿y si tiene rabia?!—comentó Gonzalo a decir comentarios muy tontos, por lo que me molesto, cómo iba a dejar a un pequeño animal indefenso aquí en la lluvia—No me malinterpretes, digo, en la institución no nos permiten tener mascotas grandes, en este caso un perro, está prohibido—

—No me importa, va con nosotros—dije para meterlo en mi saco para que no se siguiera mojando, aunque mi saco ya estaba bastante mojado así que no iba a ser de mucha ayuda.

—Lalo, encerio, no puede ir con nosotros, nos vamos a meter en problemas, te lo digo enserio—

—Prefiero que me den un regaño, a dejarlo aquí, vamos, regresemos a la escuela—Gonzalo solo agachó su mirada como señal de que era inútil intentar dialogar esto conmigo, así que solo empezó a caminar al lado de mi.

No pensaba quedarme con el cachorro, no me lo iban a permitir, pero recordé que cuando llegué, le pregunté al policía que cuida la entrada principal por que no tenía un compañero, me comentó que su compañero había muerto hace un año, y que conseguir un perro desde que era cachorro para entrenarlo era difícil en esa zona, pero que aún así, él quería un compañero, el cual creo que ya encontré.

—Enserio nos lo vamos a quedar—preguntó Gonzalo tomándome del hombro, como señal de que lo piense mejor.

—No, se lo voy a dar a alguien que lo necesita, y que le va hacer compañía siempre—Gonzalo me miró confuso, pero ya no toco el tema, y seguimos caminando.

Pasaban de las 2 de la madrugada, llegamos y el zaguán de la Escuela ya estaba cerrado, pero el policía estaba en la izquierda de este recargado en él desde el otro lado.

—Buenas noches—dije para llamar su atención, solo nos miró molesto.

—Veo que les fue bastante bien en su cita, hasta bienen sudados—nos dijo lanzando una mirada pícara.

Yo me sonroje enseguida, pero Gonzalo se limitó a reír.

—No sólo nos atrapó la tormenta, nos dejaría pasar—dijo Gonzalo desde este lado del Gran zaguán.

—No debería, pero si se enteran de que ustedes salieron y les pasó algo, me echarán la culpa a mi por dejarlos salir, así que adelante—dijo para después abrir una pequeña puerta para no abrir todo el gran zaguán.

—Señor Rogelio ¿verdad?—pregunté dirigiéndome al policía, él asintió con la cabeza—ya le conseguí un compañero que siempre le va a ser compañía y va a ser su mejor amigo—dije para después sacar el pequeño cachorro de mi saco.

Se lo entregué y en seguida empezó a mimar al cachorrito, decidió que lo llamaría Hachiko, ya que significa en cierto modo "Leal".

Así fue como nos despedimos del pequeño cachorro y del guardia, para ir a nuestra habitación, por suerte las puertas no estaban cerradas, así que pudimos entrar sin ningún problema.

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