—Lalo, vamos a ir a que hora?—mire a Lalo, estaba jugando con sus dedos, sentado en el sillón de la sala, se notaba que estaba nervioso, pero no entiendo el por qué, teníamos el dinero no creo que pase nada malo.
—Creo, que, después de la comida—su actitud me estaba cansando, estaba actuando como niño pequeño.
—Eso llevas diciendo desde las ocho de la mañana, ya casi son las tres de la tarde, ¿seguro que después de la comida?—me miró un poco serio, sabía que esto no se podía tomar a la ligera, pero era más fácil ir pronto a seguir retardando.
—Si, te juro que después de eso, vamos, ya se donde es—ahora mismo lo tenía en mi red.
—Pues ven a comer que ya está lista la comida—su mirada se puso pálida, no se esperaba mi respuesta.
Con mala gana se levantó y se encaminó a la cocina, comimos en silencio, un silencio muy desagradable.
Terminamos y por más que quería hacer las cosas rápidas, Lalo lo hacía difícil, retrasaba aún más las cosas.
—Lalo, por favor, deja de actuar como un niño—dejó las cosas que tenía en sus manos y se acercó a mi.
No dijo nada, me tomó de la cintura y me acerco a él, su cabeza la escondió en mi cuello, su respiración empezó a ser acelerada y forzada.
—Tengo miedo, tengo mucho miedo Eddy, perdón, pero soy un cobarde—
—No creo que pase a mayores Lalo, si tenemos el dinero, ¿que mas quieren?—
—Aun así, tengo miedo—
—Te voy a estar para ti, no te voy a dejar solo, entiéndelo cabrón—Lalo comenzó a reír y se soltó del abrazo.
Salió de la cocina y tomó su chamarra de cuero con las llaves de la camioneta.
Entendí rápidamente que ya era hora de ir, un agujero se hizo presente en mi estómago, miles de sensaciones sentí en ese momento, pero aún así, traté de actuar tranquilo para transmitirle esa tranquilidad a Lalo.
Tomó el pequeño cofre donde habíamos guardado el dinero, salimos de la casa y estando en la puerta, sentí que algo iba a salir mal.
Yo no sabía a dónde íbamos a ir, yo no sabía ni siquiera con quién nos íbamos a topar, estaba nervioso, y estaba asustado.
Llegamos al lugar, parecía una mansión, por que la casa era enorme, al entrar nos recibieron dos hombres, altos, tornados y con mucho bello, portaban ambos una pistola la cual tenían en el pantalón "escondida", pero fácilmente se notaban.
Nos hicieron pasar por varias habitaciones hasta que llegamos al lugar, entramos a una habitación, donde habían otros dos hombres iguales a los de antes, pero estos portaban pistolas de gran calibre, y en el centro un escritorio donde estaba sentado un chico, tenía cubierto el rostro, así que no lo reconocí.
—¿Trajiste mi dinero Gonzalo?—Esa voz, la conozco de algún lado.
—Así es—Lalo estaba apuntó de acercarse para entregarle el cofre al joven sentado en el escritorio, pero los dos chicos de atrás apuntaron sus armas hacia Lalo.
—Quédate ahí, no hace falta que te muevas—el joven se levantó y comenzó a caminar lento hacia donde estábamos—¿Cuanto es? ¿Está completo?—
—Así es—
—Eso espero chico, te tardaste demasiado, ¿Por qué?—
—No sabía que tendría que seguir pagando, pensé que tu papá estaba en la cárcel y…—Lalo quería seguir hablando pero el joven comenzó a reír fuertemente.
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Encontré mi Hogar
RandomSi tuvieras que dejar todo por la persona que amas, ¿Lo harías? Yo si, lo di todo por él, se lo entregue todo, y lo ayudé en todo lo que pude, pero el día que me dijeron que ya no estaba más en este mundo, mi mundo se destruyó por completo, porque...