Caderas Blancas 0.19

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Gonzalo.

El escenario no era de lo más hermoso, era muy aterrador, comencé a preocuparme, ¿donde estaba Eddy? ¿Por qué no había llegado ya?.

Cerré la puerta tapando mi nariz con mi brazo, el aroma era detestable, las moscas se comían los cuerpos mientras varios gusanos ya habían en ellos también.

Pobres animales, tanto amor que pueden dar y los ocupan para cosas que no deberían.

Como las luces ya servían, encontrar la puerta no fue difícil, al estar ahí, esta ya estaba abierta, había un hombre, buscando algo, en cuanto me vio, salió corriendo, me importó poco.

Corrobore que era la puerta, en cuanto estuve seguro corrí a donde estaba Peter, al llegar a donde el estaba, se levantó de su acietno y cargo al perro.

Los llevamos hasta la habitación, estando ya ahí, sacó algunas cosas que iba a ocupar y comenzó.

Por otro lado yo estaba observando todo, con otro pensamiento en la cabeza, Eddy.

Iba a salir a buscarlo pero Peter me detuvo, diciendo que iba a ser inútil, que Eddy era muy terco, y si se trataba de ayudar, era aún más terco.

Me senti desesperado, no podía hacer mucho, Peter por otro lado puso música en su celular, era muy tranquila, lenta y relajante.

Las trompetas acompañadas de unas flautas hacían muy buen juego, desconozco el nombre, y me parecía muy mal momento para preguntar.

La puerta se abrió bruscamente y de ella entró Eddy, detrás de él Aldo, Eddy tenía sangre en toda su camisa blanca, haciendo que esta no pareciera blanca.

-¿Estas bien Eddy?-el solo asintió con la cabeza, no se acercó a ayudar a Peter, solo se sentó en otro sillón.

Aldo se acercó a él y comenzó a limpiar su cuello, al darme cuenta que tenía una mordida en este me acerque lo más rápido que pude.

-¿Que le pasó?-preguntó Peter su despegar su mirada de su trabajo con el perro.

-El San Bernardo lo atacó, era obvio, le dije que se saliera pero su puta terquedad-Aldo callo en seco cuando Eddy le dedico una mirada cansada.

-¿Como sucedió Eddy?-este solo me dedico una mirada cansada.

[...]

Eduardo.

-Entiende, no puedes entrar-Peter aunque trataba de hacerme entrar en razón, no lo logro.

-Cuando el perro venga para acá, tu lo sostienes para cuidar su herida-el botón lo precione y la reja comenzó a abrirse.

-¿Como estas seguro de que va a venir para acá?-me molesta mucho estar en una situación de precion y que te bombarden de preguntas.

-Por qué el perro lo primero que va a ser en cuanto lo suelten va huir, y cuando el busque una salida la única que estará libre será esta. Cuidate mucho y ten cuidado de que no te muerda adicto-la puerta termino de abrirse, al entrar, saque la soga que tenia en mi pantalón y la estire.

Todos comenzaron a chiflar y a decirme que lo dejara, que los dejara terminar, pero su terminaban, lo iban a matar.

Corrí a donde estaba el San Bernardo y lo tomé por el cuello, este no soltó en ningún momento al perro negro, en cuanto pude, me monte en su espalda, pasé la soga por su cuello y lo comencé a ahorcar.

Era la única manera de que lo soltara, no fue fácil, pero no imposible, el perro va a comenzar a perder el aire, por lo tanto perderá fuerza, por ende, va a soltar al perro.

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