Caderas Blancas 0.17

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Pasaron los días, perdí la noción del tiempo, pocas veces salía de ese cuarto que me tenía harto.

Por su parte Eddy se escapaba en la noche a trabajar y no llegaba hasta el otro día.

Había veces que llegaba con rasguños en sus manos, alguna que otra mordida notable y algunos golpes en su torso.

Le dije que me llevara a su trabajo pero de nuevo se negó, dijo que cuando estuviera bien de mi rodilla me llevaría.

Así que un mes antes de lo indicado por el doctor, me quité la estúpida venda y comencé a hacer ejercicios con mi rodilla para poder moverla mejor.

En ese cuarto me había vuelto algo reservado, ya que me la pasaba todo el día solo peleando con una Loba de la una de la madrugada a las doce de la noche, no tenía descanso.

Sin quererlo Luna me ayudó con mis ejercicios, ya que para caminar, me sostenía de ella, no había nadie más, y poco a poco fui mejorando por mi cuenta.

No había dinero para pagarle a alguien que estuviera informado sobre el tema, aparte Eddy dijo que no le iban a pagar hasta los seis meses, pero cuando le pagarán no iba a ser una cantidad de dinero baja.

Todo lo hice a espaldas de Eddy, sabía que si se enteraba iba a recibir un enorme regaño y no quería pelear con él, menos en esta situación.

La escasa luz del cuarto me había vuelto un poco ermitaño, el color azul grisáceo del cuarto con algunas partes de la pintura caída, hacían que la luz se hiciera más escasa.

Pensé en cómo decírselo a Eddy, ya podía caminar con normalidad, pase un mes y medio haciendo los ejercicios, y sirvieron mucho, aquí me la pase medio año, solo y desconectado, ya que no había Internet y cuando podía Eddy me recargaba algo de dinero a mi celular.

Estaba como niño chiquito, quería salir por fin, volver a regresar a las calles con Eddy, y con la loba que me sacaba de quicio.

Cuando llegué Eddy esta noche, le digo que ya estoy bien y que puedo ir con él, quiero ir a ver donde era su trabajo tan secreto, que le causaba esas heridas en todo el cuerpo.

Pensé lo que algunos pensarían, está peleando en la calles, o puede que esté en peleas clandestinas, por que ¿de qué otro modo tendría esos golpes y rasguños?.

Aunque pensaba eso, no lo creería de Eddy, él es una persona seria y directa pero no problemática, siempre sabe como mover sus cartas muy bien, con tal de no perder, hace varias o muchas cosas.

Escuché la puerta que se abrió, mire mi celular y eran las tres de la mañana, la hora en la Eddy siempre llegaba, luego dormía hasta las tres o dos de la tarde y se iba a trabajar en el día de cuatro a ocho, luego regresaba y en la noche como a las once o doce se iba a su trabajo de nuevo.

-Bambi, ya estoy aquí-escuche que dejó sus llaves en el mueble que estaba en la entrada, luna se le abalanzó y Eddy comenzó a mimarla.

-Hola flaco, me alegra que estés de regreso-mis nervios aumentaron, pero mis ganas de decirle también, así que me senté en la cama, fingiendo que aún tenía la venda, y manteniendo mi rodilla recta, sin doblarla como la otra-oye flaco, te tengo que decir algo-el se quito su chaqueta y la aventó a una caja.

-Claro dime, escucho-bueno, que tan difícil puede ser, ¿no?.

-Bueno, aquí voy-baje lentamente mi rodilla, los ojos de Eddy se abrieron como dos platos, cuando tocó el suelo me levanté y abrí mis brazos-ahora sí te puedo recibir con un abrazo-Eddy comenzó a reír y a llorar, se acercó a mí y sin dudarlo me dio el abrazo.

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