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P. O. V  Joshua

—Papá, ella es Daniela, mi novia.

Mi padre levantó la vista del periódico y se fijó en la pelinegra que estaba a mi lado. Estaba tan metido en las noticias que no se percató de que el timbre sonaba, no se dio cuenta de la presencia de la bella chica que llevaba un hermoso vestido azul marino que a su vez le resaltaba más el pelo y los brillantes ojos negros.

—Oh, Hola. Soy Rogger Kang. —se levantó de su siento y con amabilidad le sonrió y saludó.

Daniela le sonrió también y estoy seguro de que padre se quedó deslumbrado con su sonrisa.

—Bueno, mi hijo tiene muy buen gusto. —todos reímos— Encantado de conocerte Daniela ...

—Johnson. Daniela Jonhson Señor, encantada. —le dio la mano y el la tomó.

—No me llames señor, solo dime Rogger. —añadió.

—Bien. Padre —interrumpí—, vamos a salir.

Asentió y tomé la mano de mi novia y la saqué de allí. Una vez fuera la besé todo lo que quise frente a la reja de la casa. 

—Josh, basta, tu padre nos puede ver. —dijo con una sonrisa penosa pero hermosa.

Sonreí ante su timidez. Ella era bella. Y había añorado mucho sus besos.

—Que importa quién nos vea. Estuve esperando esto por un tiempo. Me estaba volviendo loco el no verte todo los días. —declaré mientras le robaba otro beso.

—Vale. Vale. Yo también te eché de menos. —dijo depositando un beso casto en mis labios— Pero llegaremos tarde a la iglesia si sigues.

Tenía razón. Entrelacé mis manos con las suyas y caminamos juntos hacia la iglesia. Así era como lo imaginaba. Cada momento con ella era mágico. Caminar a la iglesia; adorar; estudiar la Biblia; orar; crecer; juntos. Dios la utilizaba para enseñarme cosas que no conocía, y lo mismo pasaba conmigo. Todo encajaba. Era propósito, era mi idónea.

Mientras caminábamos, hablamos sobre sus padres. Me dijo que los había visto solo una vez y fueron solo unos segundos. Estas dos semanas estuvo cuidando a su tía en el hospital. Dormía y comía en la casa de ella.

Yo le conté que mi relación con mi padre había mejorado. No sabía bien que le había pasado pero desde que me pidió perdón la última vez, la mayoría de las cosas habían cambiado.

Entramos a la iglesia. Estaba emocionado. Todo aquí me recordaba a mi madre. El pastor Rafa y su esposa me recibieron con un cariñoso abrazo que me recordó los viejos tiempos.

El culto comenzó y todo fue especial. Daniela se gozó, danzó, cantó como nunca. Me confesó que un día le gustaría cantar en el escenario frente todos. Y yo asentí. Lo lograría.

Terminó la reunión y caminamos hacia la cafetería más cercana cuando una voz gritó mi nombre tras mio:

—¡¡JOSHUAAAA!!

Y en un instante Sofía estaba sobre mí, abrazándome.

—¡Ohhh!, te extrañe mucho.

—Sofía, Vale. Ya suéltame por favor. —intenté safarme.

—¿Cómo has estado bonito?

Daniela abrió los ojos y yo me puse serio. ¿Aún no ha perdido la costumbre de llamarme por ese nombre? Tomé la mano de una desconcertada, y tal vez enojada Dani, para mostrarle que no estaba solo.

The Sons of the King  [Novela Cristiana] (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora